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30 mar 2009

Volcán Chichonal, 27 años después


Esta imagen es una de las pocas fotografías que existen del poblado Guayabal Esquipulas, Chapultenango, sepultado ahora bajo varios metros de cenizas por la erupción del Volcán Chichonal. Foto: Archivo Familiar.

Por Fermín Ledesma, periodista chiapaneco

Tuxtla Gutiérrez, Chis.-
Hace 550 años que el Volcán Chichonal no hacía erupción, según explican diversos documentos científicos, consultados en el último año por El SUR PIENSA. La catástrofe reciente habría tenido lugar en el año de 1432 aproximadamente, según cálculos de los vulcanólogos, estudiosos del lugar.

La erupción de 1982 fue violenta, porque se registraron tres grandes erupciones, siendo las dos últimas las más intensas con abundante lluvia de ceniza y flujos piroclásticos que llevaban una temperatura de entre 300º a 800º centígrados , lo que provocó que 8 poblaciones quedaran totalmente destruidas, entre ellas Guayabal Esquipulas y Francisco León, donde más de 2 mil personas murieron, 40 mil damnificados y 100 mil hectáreas de tierras dañadas en 50 kilómetros a la redonda.

Algunos datos más conservadores del Gobierno revelan que la perdida estimada ascendió a 117 millones de dólares en la zona.

Un informe clasificado, revela que como resultado de la erupción, el área afectada por los productos volcánicos cubrió el 30% del área total del Estado de Chiapas. La mayor parte del material arrojado fue dispersado a una distancia máxima de 130 km en la dirección del viento.

Antes de la erupción, el Volcán estaba cubierto en sus laderas por un cinturón de selva alta. El nombre de Chichón deriva de la abundancia antes de la erupción de una palma del sotobosque que da un fruto parecido a un chichón, cuyo nombre científico está palma es Astrocaryum mexicanum. Hasta el momento de la erupción se desarrollaba también en la zona del Volcán una variedad de cultivos, entre los cuales había café, cacao y maíz.

Los días de la erupción, sin haber un plan de evacuación ordenado y estratégico, la población de manera voluntaria abandonó el lugar, aun cuando las autoridades aun discutían sobre la forma de proceder, porque si bien no los había tomado de sorpresa, en el país aun no existía una política de protección civil. Algo que más tarde se perfeccionaría para estos casos

Posterior a la erupción, la población sufrió las peores condiciones de vida en los albergues, presentando diversas enfermedades que impactarón severamente en su salud y posteriormente en su recuperación, dejando secuelas graves en los siguientes años.

Un informe del Instituto Mexicano del Seguro Social elaborado por el doctor Arnulfo Ramos Figueroa y otros, en mayo de 1982 revela que durante una inspección realizada después del 05 de mayo al albergue ubicado en La Chacona, en Tuxtla Gutiérrez, se encontraban 4 mil personas en 12 pabellones viviendo en condiciones extremas, sobre todo insalubres, partiendo desde la comida preparada por personal no calificado a base frijol, arroz y pastas, la limpieza inadecuada y el sistema de drenaje en malas condiciones.

Las familias comenzaron a presentar estragos de enfermedades de desnutrición, sarampión, conjuntivitis, gastrointestinales, salmonelosis, gastroenteritis, parasitosis en la piel, entre otros. Los esquemas de vacunación eran imposibles en ese tiempo.

¿El gobierno sabía con anticipación los efectos de la erupción?

Diversos documentos bajo resguardo de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM), principalmente del Instituto de Ingeniería, apuntan a que el Estado México (Gobierno de Chiapas y el Gobierno Federal) conocía las actividades sísmicas que se estaba presentando en la zona, al menos con 30 días de anticipación. Sin duda, entonces, pudo haber proveído a las familias un plan de evacuación y evitado la muerte de más 2 mil personas y los millones de perdidas materiales.

“Antes de la erupción no se ejecutó ningún tipo de medidas porque no se realizó un pronóstico de ocurrencia, a pesar que existían algunos típicos precursores del fenómeno como son: sensible aumento de los microtemblores, aparición de fumarolas en el cráter del volcán, entre otros”, señala el trabajo de campo de 23 páginas documentado por Ovsei Gelmán y Santiago Macías, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, elaborado días después de la erupción.
Las acciones de salvamento fueron nulas y pésimas en algunos casos. Las pocas condiciones de tránsito y visibilidad, justifica el informe. Incluso, los socorristas se confundían de lugar. Algunos decían haber llegado a Chapultengo, cuando en realidad se encontraban en Ixtacomitán, distante a más de 50 kilómetros del volcán.

Mañana, los pueblos recordarán a sus muertos y la tragedia.

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