Por Bernardo Caamal Itzá
Comunicador maya (México)
“Cuando vino la palabra, no vino sola; vino acompañada de su eco derramado en el espacio de la tierra. Y la palabra y su eco crearon todas las cosas…, la palabra nació por si misma dentro de lo oscuro. La palabra no es la voz que se dice y que se oye. La palabra es cuna del espíritu creador.., la palabra debe ser sentida dentro de los oscuro del pecho para que sea imagen de esa otra que nació del ser, espejo de sí mismo”.
(Emilio Abreu)
Con estas palabras de Emilio Abreu, nos recuerda la importancia de valorar el Kt’aan –nuestra palabra en lengua maya-, porque a través de ella es posible saber porque al Kisín le dicen Kisín –o algo parecido al diablo- y al kwaya’ak –nuestros sueños-. Esto significa, que el hecho de no conocer la riqueza de un idioma, aunque se realice una traducción literal o interpretativa para saber del significado de cada uno de nuestros mensajes, en este caso la maya, pero tal como suceden en otros idiomas del mundo, a veces depende del lugar, la ocasión y quién lo pronuncie, tenga el significado especial que queremos.
Lo anterior puede ilustrar con las siguientes palabras mayas: na’ –madre-, ík –viento-, k’íin –sol-, lu’um –tierra-, k’aax –monte-, baalcheo’ob –animales-, entre otros. Porque de éstas palabras ya incorporadas al discurso de un payalchí –rezo-, entonces queda claro por dónde va el discurso.
No es casualidad entonces encontrar durante el payalchí y escuchar al gran sacerdote maya hacer mención de las antiguas pirámides, cenotes y otros sitios sagrados, además que en este mismo acto, pronuncie el nombre de otros sacerdotes que han fallecido para que hagan acto de presencia en esta mesa ceremonial y de esa forma sean los intermediarios para que se de la comunicación entre el hombre y los dioses mayas.
El ruido de los tunkules, el sacerdote con los brazos extendidos, haciendo uso del kilíiich t’aan –las santas palabras pronunciadas en forma de canto durante la ceremonia-. En el momento sublime, las 13 jícaras pendidas en la parte superior de la mesa, empiezan a ser movidas , para dejar caer en la mesa su preciado liquido y mientras en ese momento, los niños imitan el croar de las ranas, y los más jóvenes de la comunidad, dan vuelta alrededor de la mesa con sus caballos de madera y calabazos –chu’u- van vertiendo el agua por donde están los sembradíos de maíz, simbolizando a Cha’ac –dios de la lluvia- y su relación con los alimentos.
Entonces, la palabra tiene un enorme significado para nosotros y para nuestros pueblos, porque tenemos claro que el hecho de pronunciarla significa be’ey u wata che’ey –como cuando se resquebraja un árbol nunca regresa a su estado original-, o el hecho de decirle a los niños, nunca tires piedras en los pozos, porque cuando te mueras tu pixa’an –alma-vendrá a sacarla, en el trasfondo hay un mensaje por cuidar los recursos naturales.
Está claro entonces, buscar la forma de reencontrarnos con nuestra palabra, tal como nos recuerda Emilio Abreu “El futuro de estas tierras depende de la unión de aquello que está dormido en nuestras manos y de aquello que está despierto en las de ellos. Mira a ese niño: tiene sangre india y cara española. Míralo bien: fíjate que habla maya y escribe castellano. En él viven las voces que se dicen y las palabras que se escriben. No es ni de la tierra ni del viento… Está donde debe estar. Es como el eco que se funde con nuestro nombre…”
Por tanto, es interesante saber lo que sucede en el interior de la Cumbre Continental de Comunicación Indígena del Abaya Yala. Dicho evento se realiza del 8 al 12 de noviembre en el Territorio Misak de la María, Piendamo, en Cauca Colombia.
De tal forma que en esta cumbre, asistieron más de 2 mil participantes provenientes de 23 países.
El evento inició con una ceremonia espiritual, en el cual reconocen: “ Desde los espacios de las aguas que originan la vida y son la base de los elementos vitales de nuestra Madre Tierra”.
Esto muestra, como la comunicación debe enfocarse desde la cosmovisión de nuestros pueblos, y de esta forma, la comunicación indígena cumple ese rol de visibilizar esas propuestas, tal como sobresalen en las reflexiones de los participantes en el tema de la Comunicación, identidad y cultura que se realiza en el marco de esta Cumbre mundial.
Joaquín Viluche Chocué, representante del pueblo Nasa, Cauca, Colombia. Nos comunica en su presentación el fortalecimiento de los diálogos con la naturaleza y nos platea que la comunicación no es sólo entre personas, sino también con los espíritus; naturaleza de la cual deberíamos escuchar y re aprender el sentir de sus expresiones, ya que esta nos da consejos. Este sabedor Nasa plantea que en la actualidad sólo utilizamos siete sentidos de los 13 que antiguamente los pueblos indígenas poseían.
También relata que para el pueblo Nasa la luna representa a la mujer, da consejos de día y de noche, ésta tiene ocho orientaciones que enseñan cuando sembrar, cosechar, clasificar la semilla y en el momento del nacimiento (luna nueva), descansar. Más no en el fin de semana como lo es en el calendario impuesto por occidente.
El sol para el pueblo Nasa también comunica, da a entender los diferentes colores que se tiñe la tierra, el sol con viento da azul transparente que representa una mujer atenta, sincera. En época de siembra el sol se viste de zapote y en la época de cosecha de maíz es verde oscuro; cuando está triste o enfermo se torna gris, negro, café y ceniza. Finalmente su propuesta para la cumbre del Abya Yala es: “reiniciar el caminar con el cosmos”.
Marta Orozco, lideresa Aymara, representante del Collasuyu. Esta mujer de estatura baja, de mirada profunda y de cabellera larga, nos plantea la idea del Ayllu, el cual nos referencia un sistema de organización y de comunicación, como parte de una estrategia del momento. Ella nos comparte que “la información es como el viento” y que somos la síntesis del macrocosmos.
Plantea que hay tradiciones que reevaluar y que los comunicadores son mensajeros que se deben liberar, cambiar y ser constantes en la cotidianidad. Manuel Jesús Pechené, indígena del pueblo Misak, Cauca, manifiesta que “este es el gran momento, pues nosotros como pueblos indígenas también somos racionales, intelectuales, debemos aprender mucho e intercambiar ideas con los pueblos y naciones hermanas para fortalecer la cultura”. Propone que se debe fortalecer arduamente la educación, la salud y la comunicación desde lo propio.
Denis Ramos Huanca, líder Aymara, Collasuyu, Bolivia, expresa “que la comunicación de los pueblos indígenas debe cimentarse sobre la base de la cosmovisión y la cosmogonía. Que la comunicación de nosotros como continente no sólo debe ser con la mente y el cuerpo, sino también con el espíritu, la energía y el fuego del corazón. Que al comunicarnos debemos ver más allá de este mundo material, pues si no conocemos el cosmos; ¿Cómo conocemos nuestra realidad y cómo la comunicamos?”.
Jaime Martínez Luna, líder comunicador del pueblo Zapoteca, Guadalajara, México, comenta que “el mundo vive dos tiempos: el individualista y el comunitario. El desmadre del tercer mundo que estamos viviendo: el mercado y lo urbano se apropia de la sensibilidad del hombre, porque en las ciudades solo se piensa en gente por la alta cantidad que conviven allí. Mientras los pueblos indígenas practican la “naturolatría ”, y el mercado va en contra de esta y del intercambio como idea de nuestra cosmovisión.
Además piensa que “la oralidad y la imagen han sido el lenguaje de nuestros pueblos ancestrales, que se había resumido por el Abya Yala en la pictografía. Mientras que en la actualidad nuestros lenguajes propios se narran en la lecto-escritura impuesta”. Es por eso que hay que “reconocernos como orales, como comunicólogos”, sistematizar información para darla a conocer a la gente pero hay que ser celosos, sobre todo con las imágenes.
¿Cumbre? Es algo alto que está en la cima y si estamos acá es porque tenemos un nivel de conciencia filosófico muy grande. Es allí que se debe generar “un discurso posible, un discurso universal”, pero debemos ser “corajudos, necios pero regañarnos todos los días”.
Túpac Enrique del Pueblo Azteca, lengua Náhuatl. “Nosotros no somos seguidores de los siglos, sino leedores del cielo. Venimos en representación del espíritu del águila del norte”. Invita también a trabajar como puentes, como instrumentos de comunicación, y comunicarse con el espíritu y los sueños. Se debe realizar una interacción entre mente, cuerpo, sentir y sonido.
Los gobiernos nos dan la posibilidad de comunicarnos pero falta dinero para capacitarse en lo tecnológico. Por esto hay que adoptar la tecnología no como objeto sino como sujeto-objeto al servicio de nosotros, para investigarnos y organizarnos y no temerle a la tecnología.
Esto nos recuerda que aunque existan diversos instrumentos internacionales como lo son el Convenio 169 de la OIT, la Declaración Universal de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, la Declaración y Plan de Acción de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, en donde subrayan que el derecho a la comunicación e información es un derecho colectivo de los pueblos y nacionalidades indígenas, la Declaración de Puno, Perú realizado en el mes de mayo de 2009, remarcó ese derecho al señalar “La comunicación es la columna vertebral de la humanidad.., Estamos llamados a recuperar la palabra propia, a descolonizarla, a retomar la tarea de caminar la palabra juntos, unidos en nuestra diversidad, y a comunicar desde la visión de nuestros pueblos construyendo medios de comunicación que expresen realmente lo que somos”.
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