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8 sep 2008

Sumidos en la pobreza a causa de la salmonela

Los Ángeles, Estados Unidos (La Opinión).- Hambre, desempleo y pobreza extrema es lo que viven actualmente miles de indígenas mexicanos como resultado del brote de salmonela que sacudió cultivos de chiles y tomates dos meses atrás y que infectó a más de 1,300 estadounidenses para convertirse en el peor contagio en más de dos décadas.

La fuente de contaminación fue identificada en un canal de riego, y la Oficina de Alimentos y Medicinas (FDA) de EEUU descartó, tras siete semanas de investigación, que los tomates fueran los portadores de la cepa, para luego determinar que en realidad eran los chiles mexicanos. Sin embargo, ambos resultados originaron un daño histórico a la comunidad indígena que emigra cada año a los estados del norte de México y sobrevive del cultivo de estas hortalizas, afirmó Margarita Nemecio Nemesio, coordinadora del Área de Migrantes de la organización Tlachinollan.

Por lo menos 25 mil jornaleros agrícolas mexicanos de Oaxaca, Guerrero y Chiapas están hundidos en la pobreza extrema luego de que sus fuentes de trabajo desaparecieran tras la crisis originada por el brote que inició el pasado 5 de junio en los estados fronterizos con EEUU, declaró la activista vía telefónica a La Opinión.

"Este es uno de los peores momentos para los indígenas. Hay filas enteras de jornaleros desempleados, de niños y mujeres con hambre", expresó Nemesio.

Representantes agrícolas del estado de Sinaloa, el principal productor de tomate del vecino país, se reunieron con los jornaleros indígenas para notificarles que tras los rumores del brote de salmonela surgió un rezago económico que les impide contratar la misma cantidad de trabajadores, por lo que la fuerza laboral sería reducida hasta en un 40%.

"Tan sólo en el estado de Guerrero son más de 9,500 indígenas nauas, na´savi (mixtecos) y me´phaa (tlapanecos) los afectados y estamos hablando de que estas personas ya son los más vulnerables de los vulnerables. Para ellos esta temporada de cultivo representa su fuente de ingresos para los próximos seis meses. Realmente esto es un panorama desalentador", apuntó.

Según el Instituto Nacional de Migración, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, los tres estados más pobres de México, son los principales exportadores de mano de obra agrícola hacia el norte, con un promedio de 45 mil jornaleros por estado cada temporada.

Por otra parte, informes de la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa estimaron que la industria del tomate presentó pérdidas de más de 350 millones de pesos (cerca de 35 millones de dólares) y el desperdicio de cientos de toneladas que no pudieron ser vendidas.

Para los jornaleros que han logrado colocarse en puestos de trabajo, la situación no dista mucho de sus colegas desempleados, ya que la actual crisis agrícola también está generando explotación laboral de hombres, mujeres y niños.

"Los indígenas agrícolas están tomando cualquier oportunidad laboral con tal de obtener un ingreso monetario esta temporada. Es tanta la necesidad de alimentos y vestimenta que los indígenas que lograron ser contratados están realizando jornadas laborales agotadoras cobrando apenas 120 pesos al día (1.20 dólares aproximadamente)", lamentó Nemesio.

La situación parece no tener un fin alentador a corto plazo. La Asociación Agrícola de Tomates de California indicó que el consumo de este producto se desplomó en ambos lados de la frontera hasta en un 70% y recuperar la confianza del consumidor es aún una tarea en proceso.

Productores agrícolas locales alegan pérdidas superiores a los 200 millones de dólares y según Ed Beckman, portavoz de los productores de tomate de California, la preocupación actual es que una crisis de este tipo vuelva a presentarse.

"No es el dinero la mayor preocupación, sino la posibilidad de que podríamos volver a ver prolongadas investigaciones que sólo lleven a evidencias débiles", dijo en un comunicado Beckman.

Pero de surgir una crisis similar en otros cultivos, los resultados serían devastadores para los campesinos mexicanos, especialmente para los jornaleros indígenas.

"En un futuro no sólo habrá hambre y explotación, sino que podría ser el detonante para que más y más indígenas decidan cruzar la frontera y dejar atrás a sus familias. Por años hemos culpado del fenómeno migratorio a la falta de empleos y con situaciones como estas, ambos países sólo están agravando el problema", dijo Nemesio.

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