Especial de InspirAction
Madrid, España.- Las funestas consecuencias de un desastre natural son casi siempre evitables. En InspirAction lo sabemos bien y por eso financiamos proyectos en todo el mundo para minimizar el riesgo ante huracanes, inundaciones y terremotos y fortalecer a las comunidades más vulnerables para que puedan hacer frente a estos fenómenos.
Cojamos el ejemplo de un terremoto. Lo que en España supondría una gran pérdida económica y material, en Haití provocó la mayor tragedia del país en 200 años. Un seísmo puede ser un fenómeno “natural” pero sus consecuencias no lo son. ¿Es inevitable que mueran personas en países en desarrollo durante una catástrofe? En InspirAction pensamos que no. Existen formas prácticas y efectivas de ayudar a las comunidades más desfavorecidas a proteger sus vidas y sus medios de subsistencia. La cuestión es minimizar el peligro y por eso hoy se celebra el Día Internacional para la Reducción de Riesgos ante Desastres Naturales.
Si eres pobre, eres vulnerable
En los últimos 15 años, el número de desastres ocurridos en los países de Norte es tres veces mayor que en los países del Sur, sin embargo, el número de muertes en los países en desarrollo es diez veces mayor. La explicación a este absurdo es sencilla: las sociedades más pobres son siempre las más vulnerables. Cuando no hay edificios resistentes, ni sanidad, ni planes de evacuación son los más marginados los que se llevan la peor parte.
Honduras es uno de los países más pobres de Latinoamérica. Los niveles de desigualdad son apabullantes: de sus más de siete millones de habitantes, cerca de un cuarto están por debajo de los niveles óptimos de nutrición. Es una sociedad dividida claramente entre los que tienen un poco y los que no tienen nada. Y en el bloque de los desheredados siempre encontramos a las mujeres, los niños y los indígenas. De nuevo, son los que más sufren y los que menos preparados están cuando llega la catástrofe.
(Muy) preparados para lo peor
En Honduras trabajamos con CASM, una de las ONGs nacionales más experimentadas en materia de prevención de riesgos ante desastres. Esta organización trabaja en seis provincias del país y fue uno de los actores más importantes durante la emergencia del huracán Mitch en 1998 (dando apoyo a 20.000 familias) y desde entonces su labor no ha dejado de aumentar.
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