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14 abr 2009

Resisten en la pobreza extrema

San Andrés Cohamiata, Jal., (El Universal).- A 2 mil 500 metros sobre el lejano nivel del mar —en la zona norte, la más pobre de Jalisco— viven los wixárrikas o huicholes. Indígenas visibles o casi inexistentes para la mayoría de los jaliscienses, pero que a diario hacen lo posible para sobrevivir en la comunidad de San Andrés Cohamiata o Tatei Kie.

A pesar del intento de olvido en que habitan, los huicholes no escapan a los efectos de la crisis. Ésta llegó hasta aquí con una cara ya muy conocida por todos.

En la sierra huichola, las fuentes de trabajo casi siempre son nulas; sólo los que laboran como maestros o en el ayuntamiento cuentan con salario fijo. Luego están las personas que en una parte de sus pequeñas casas habilitan una rústica tiendita.

La novedad son siete personas que desde hace dos meses se emplean en un aserradero, apoyado por la Comisión Nacional Forestal. Los demás, sólo cumplen con labores de autogestión y creatividad: elaboran artesanías.

Vida dura, hasta para afortunados

La vida acá se siente dura aún para los afortunados: “Por el trabajo te dan menos billete y el alimento ha subido. Yo soy oficial del Registro Civil, trabajo con el gobierno mestizo, pero me pagan siempre igual”, reconoce Santos Jiménez Carrillo, vestido con huerruri, un calzón largo de manta bordado en la parte inferior con diseños simbólicos tradicionales realizados en punto de cruz.

“A Mezquitic se hace un día, depende si hay combi (cuesta 130 pesos). Cuando regreso, traigo comida, porque aquí la venden por más (dinero)”, dice.

Jiménez cuenta que una o dos veces al mes va a entregar su reporte hasta la cabecera municipal Mezquitic, donde registra a recién nacidos, casados y muertos. Inscribe los ciclos oficiales de la vida; la suya, es ser padre de dos hijos y tener una sola esposa.

En San Andrés Cohamiata lo único que abunda es la tierra, pero no toda es cultivable. En la que se puede sembrar, se carecen de recursos económicos para trabajarla. Los huicholes a lo sumo siembran hasta dos hectáreas de maíz o frijol por temporada.

“Son unos 10 costales de 60 o 50 kilos; unos de maíz y otros de frijol. En San Andrés se cultiva también calabaza y la cosecha casi dura para todo el año, pero a veces se acaba antes, entre julio y agosto y, entonces, se compra en las tienditas que dan todo más caro”, comenta Samuel Salvador Ortiz, primer abogado huichol, quien tras estudiar en Guadalajara regresó a su comunidad a ejercer y asesorar en materia agraria.

Según datos del Consejo Nacional de Población (Conapo), una de cada dos viviendas no cuenta con agua entubada. Para obtenerla hay que acarrearla de los ojos de agua que están a unos 200 metros de la comunidad.

La falta de servicios sanitarios y drenaje, así como el aumento en el precio de víveres, afecta también a los maestros mestizos del lugar, quienes prefieren comer en las Cocinas Populares y Servicios Integrales (Copusi).

“Aquí todo es muy caro, por eso, cuando bajamos a Huejuquilla compramos comestibles para varios días”.

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