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16 mar 2009

Daños neurológicos graves, tras ser torturado por militares

Oaxaca, Oax., (Olor a mi Tierra).- Pareciera estar borracho, no puede construir oraciones; desconoce el nombre de su esposa y el de él mismo, eso sí: recuerda cómo se llaman tres de sus cinco hijos.

Él es Román García Hernández, un hombre presuntamente torturado que ahora está tendido en la cama 201 del Hospital Civil Aurelio Valdivieso de esta ciudad. Sus victimarios se encuentran entre el Ejército Mexicano; su destino directo por ahora es la cárcel, pues es acusado de delitos contra la salud.

La tarde del 27 de febrero, Román junto con su esposa Silvia García Hernández, salieron caminando de su vivienda que está en el pueblo de San Dionisio Ocotepec a unos 30 kilómetros al sur de la ciudad de Oaxaca, para dirigirse al Rancho La Laguna. En esa comunidad como en muchas de Oaxaca, no hay medios de transporte, pero ellos corrieron con “suerte”, una camioneta los alcanzó, pidieron ray y el conductor accedió.

La suerte de Román y su esposa cambió minutos después, cuando el conductor detuvo la marcha de la camioneta y salió de la cabina para huir; ellos se quedaron inmóviles en la batea del vehículo, donde llevaban un cargamento de varias cajas de cartón, ignoraban el contenido hasta que llegaron cinco militares y los interrogaron para saber a dónde llevaban los paquetes.

Dijeron que desconocían qué llevaban ahí, “nosotros nomás pedimos un aventón” cuenta Silvia García Hernández.

Tres de los cinco militares con lujo de violencia bajaron de la camioneta a Román, “lo golpearon hasta sacarle sangre, le metieron la cabeza en el agua para que dijera que la droga era nuestra, pero eso no es cierto, nosotros nomás pedimos aventón”, repite una y otra vez la esposa, una mujer de al menos un metro y medio de estatura, tez morena, cabello negro a la cintura y que apenas logra hablar el español. Mientras se le entrevista su mirada se pierde entre las diversas personas que pasan por los pasillos del hospital a dónde, por lo regular acuden personas de escasos recursos, como ellos.

Román estuvo 14 días en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Aurelio Valdivieso, ahora se encuentra ya en medicina interna, donde se recupera del Síndrome de Insuficiencia Respiratoria Progresiva del Adulto y que de un momento a otro podrá ser dado de alta, comenta el director del nosocomio, Jesús Manuel Salcedo Cruz.

Desde su ingreso, --este hombre campesino que tiene que pedir prestadas tierras para poder cultivar maíz y fríjol—ha estado custodiado por dos elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP), pues se le acusa de delitos del fuero federal, “a mí papá que se quedó a cuidarlo, le dijeron que estaba bajo resguardo de la PGR”, menciona la esposa y agrega “tengo miedo que se lo lleven”.

Este indígena entró al hospital la noche del 27 de febrero y los médicos le diagnosticaron Síndrome de Insuficiencia Respiratoria Progresiva del Adulto (SIRPA). “Este Síndrome es un padecimiento pulmonar crónico que se puede agudizar por una neumonía, por un problema traumático, generalmente es lo que puede ocasionar que se agudice. Pero los datos que se tienen, es que él ya tiene un antecedente de este síndrome”, narró el director del Hospital Aurelio Valdivieso.

Se le preguntó a Salcedo Cruz que si por los golpes recibidos presuntamente por militares, este síndrome se le agudizó, “puede agudizarse, más no puede uno asegurar que eso fue lo que desencadenó, puede ser la angustia, el susto, el miedo, el temor, el problema emocional, todo puede conjuntarse en ese momento”.

El médico, señala que de los golpes que le detectaron son dos, uno en el costado derecho y otro en el izquierdo. “Hay golpes que no podemos ver, pero tenía un golpe en el costado derecho y otro en el izquierdo, eso fue lo que nosotros pudimos localizar. Eran los que aparentemente tenían, pero hay golpes que no se detectan, según la forma en que se dieron los hechos”, narra.

Lo más seguro es que tenga que enfrentar la prisión, pues está detenido por delitos federales, lo cual angustia más a Silvia, pues se pregunta “si se va a la cárcel, quién lo va a cuidar”. Por lo pronto, Román ignora su situación jurídica así como ignora su nombre.

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