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11 sep 2009

"Soy Jacinta, soy mujer, soy pobre, soy indígena, soy inocente": madre otomí

Querétaro, Qro., (Avenida 24).- En ñhä-ñhü, lengua de la otomí Jacinta Francisco Marcial, la palabra “secuestro” no existe. Es un término desconocido. Pero que para ella tiene implicaciones crueles: acusada de falsamente “secuestrar” a seis policías de la Agencia Federal de Investigaciones, la temida AFI, fue encarcelada en el Centro de Readaptación Social de San José El Alto, Querétaro. Este viernes 11 de septiembre, la indígena cumple 47 años de edad; tres, presa en la penal.

Tras negársele un juicio justo y permanecer encarcelada “debido únicamente a su situación social marginal de mujer indígena, pobre y con limitado acceso a la justicia”, como denunció en agosto pasado Amnistía Internacional (AI), un par de palabras entraron en juego para que, se prevé, pronto alcance su libertad: “duda razonable”.

El Ministerio Público Federal encontró una “duda razonable” sobre la culpabilidad de Jacinta, según dio a conocer el pasado 3 de Septiembre la Procuraduría General de la República (PGR), al realizar una “objetiva valoración” de las pruebas que integran la causa penal contra Jacinta. El fiscal federal revisó el expediente luego de que el magistrado de un Tribunal Unitario le ordenó reponer el procedimiento.

Una vez desahogados los careos procesales y que el juez decrete el cierre de instrucción, la PGR presentará “conclusiones no acusatorias”, indicó la dependencia.

Es cuestión de días para que recupere su libertad Jacinta, la tímida madre de seis hijos, con poco dominio del español, la indígena pobre, la que “el juez no conoció sino hasta hace tres meses”, como relata Tonio Tesseada, coordinador de Movilización e Impacto de AI México, en entrevista con Avenida24.com.

“El caso de Jacinta es emblemático de un sistema de justicia que parece ser un sistema débil e ineficiente. El término justicia contiene en su significado un trato no diferenciado de las personas, lo cual el sistema de administración de justicia en México parece no tener claro. Las poblaciones indígenas, las mujeres, la gente viviendo en condiciones de marginación social, suelen recibir justicia de segunda clase”, agrega.

“Lo que le ha ocurrido a Jacinta demuestra el uso indebido del sistema de justicia mexicano para procesar sin las debidas garantías a las personas más vulnerables”, puntualiza.

La infamia

Vestidos de civil, el 26 de marzo de 2006 entraron al mercado central de Santiago Mexquititlán seis agentes de la AFI. Aseguraron que realizaban una operación de búsqueda de drogas y DVD “piratas”. El ambiente se tensó. Los policías intentaron confiscar productos y, en respuesta, los vendedores les poncharon los neumáticos de algunos de sus vehículos.

La protesta acabó el mismo día, indicó la comunidad, luego de que el jefe de la policía regional dijo acudir a una localidad vecina a buscar fondos para indemnizar a los vendedores por los daños causados a sus mercancías. En realidad, en la noche, los seis agentes de la AFI presentaron una denuncia ante la PGR, con el argumento de que los participantes en la protesta los habían secuestrado varias horas.

Meses después, el 3 de agosto de 2006, Jacinta fue detenida y conducida a la PGR. Hasta que llegó a las instalaciones se enteró de que estaba acusada, con otras dos mujeres, del supuesto secuestro de los agentes.

AI reportó que la única prueba que había contra ella era una fotografía publicada en el periódico local en la que se la veía detrás de los participantes en la protesta.

En sus declaraciones originales, del 27 de marzo de 2006, los agentes de la AFI no mencionaron en ningún momento a Jacinta Francisco Marcial.

“Fue un mes después, al mostrarles dicha fotografía, cuando la acusaron de haber tomado parte en el presunto delito. Jamás se ha presentado ninguna otra prueba de su participación en el incidente, y durante el juicio no se pidió en ningún momento a los agentes que comparecieran para demostrar su denuncia o reconocer a Jacinta”, añadió AI.

“Ahora toca al Poder Judicial Federal hacer justicia y liberarla. Para que esto suceda únicamente hace falta cerrar el periodo de instrucción donde el juez de distrito desahogará 22 careos restantes el próximo lunes 14 de septiembre”.

Su defensa

“Soy Jacinta, soy mujer, soy pobre, soy indígena, soy inocente”, indica la página web del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, conocido como Centro PRODH, que a través de sus abogados se hizo cargo de la defensa jurídica de Jacinta. Antes, había asumido el caso el Centro de Derechos Humanos Fray Jacobo Daciano.

AI se sumó más tarde. El organismo internacional, Premio Nobel de la Paz, decidió nombrarla “prisionera de conciencia” el pasado 18 de Agosto.

“El trabajo que lleva Amnistía Internacional en México implica una constante comunicación con organizaciones locales de defensa y promoción de los derechos humanos. Aunque ya había escuchado sobre el caso de Jacinta en los medios, no fue sino hasta febrero de este año cuando tuve mayor acceso a información de parte del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro”, indica Tesseada.

A partir de ese momento, nuestro Equipo de Investigación por México se dio a la tarea de revisar toda la documentación necesaria, incluida la de la apelación presentada por el PRODH, agrega.

¿Cuándo fue la primera reunión con ella? ¿Estuviste ahí? ¿Cuál fue tu primera percepción luego de conocerla a ella y lo que había sucedido?

Mi primera reunión fue a través de una invitación que recibí de parte del Equipo de Investigación por México para visitar a Jacinta en el Centro de Readaptación Social Femenil de San José El Alto, en Querétaro, en junio de este año. La intención de esa visita era obtener material audiovisual, así como corroborar información que ya había integrado el Equipo de Investigación.

Estuve por un espacio de 4 horas en el penal, tanto dialogando con las autoridades del Centro, y conociendo las propias instalaciones, así como en entrevista privada con Jacinta y luego en una visita a las áreas en las que ella habita cotidianamente.

Aunque ya había visto algunos videos donde aparecía ella, sabía que habría elementos de su personalidad que no conocería sino hasta que estuviera en presencia con ella. De inmediato me di cuenta que no dominaba el uso del idioma español, que es una persona tímida, y que mantenía una actitud amable; de sorprender, ya que su escepticismo y falta de esperanza sobre una pronta liberación eran también evidentes.

Se emocionaba mucho, aunque le desesperaba no poderse expresar con libertad, explicando cómo ella no entendía los motivos de su encarcelación. Era como una pesadilla para ella, la persona que el juez no conoció sino hasta hace 3 meses, que en su propio idioma (el ñhä-ñhú) no existe la palabra "secuestro".

¿Cuáles fueron las primeras acciones que desarrollaron o desarrollaste en pro de la liberación de Jacinta?

Lo primero fue gestionar dentro del movimiento la posibilidad de nombramiento de Jacinta como "presa de conciencia" o "prisionera de conciencia". Sabíamos que sólo un nombramiento de esta magnitud podría impactar positivamente en todo el trabajo a favor de su liberación. Sin embargo, el proceso de nombramiento de "prisionero o prisionera de conciencia" es un proceso largo y riguroso dentro de la organización.

Una vez que supimos que las justificaciones necesarias nos daban señales de que podíamos nombrarla como tal, nos dimos a la tarea de analizar las mejores maneras y tiempos de hacer este anuncio público e involucrar a más personas alrededor del mundo para, por un lado exigir su liberación inmediata e incondicional, y por otro enviar mensajes a Jacinta para intentar levantar su estado anímico, mostrándole nuestra solidaridad.

¿Cuáles fueron las principales irregularidades, absurdos y obstáculos en el proceso penal seguido por las autoridades contra Jacinta? ¿Qué garantías individuales se violaron en su caso?

En general se tratan de faltas importantes a elementos de acceso a la justicia, como la presunción de inocencia. En este caso es evidente, que la obligación del Ministerio Público de investigar los hechos de forma imparcial se violó desde el inicio para lograr su consignación.

Al revisar el expediente es evidente que el caso del Ministerio Público depende de una acusación sin fundamento contra Jacinta. En particular, en su primera denuncia los Agentes Federales de Investigación no mencionan el involucramiento de una persona con las características de Jacinta. Sólo un mes después cuando se les muestra a los agentes una foto de un periódico local donde se puede ver la cara de Jacinta detrás de varias personas, entonces alegan el involucramiento de Jacinta, sin especificar qué fue exactamente lo que supuestamente cometió y a pesar de que la imagen no contiene ninguna indicación de acción delictiva de su parte.

Esto nunca debería haber sido suficiente para consignarla, pero luego vienen una serie de violaciones del juicio justo, como la falta de presencia de un traductor y la inacción del defensor de oficio para defenderla contra la acusación infundada.

En el juicio, la palabra de los Agentes Federales de Investigación en la denuncia se aceptó sin obligarles a estar presentes para sustentar precisamente la supuesta actividad delictiva de Jacinta y ser cuestionados por la defensa. El juez se fió de la actuación del Ministerio Público para sentenciar sin pruebas sólidas, e hizo caso omiso de la discriminación y las violaciones del debido proceso.

¿A qué atribuyes ese empeño en mantenerla presa, contra viento y marea, más de 3 años? ¿Qué factores influyeron?

No hay ninguna indicación de que Jacinta haya participado o promovido la violencia en su vida. El hecho de que no hay evidencia o motivo legal para formular la acusación en su contra resulta revelador del motivo detrás de la acusación, lo cual Amnistía Internacional considera es la vulnerabilidad de Jacinta como mujer indígena viviendo en la pobreza la que la convierte en una víctima fácil de esta injusticia.

Creemos que esta discriminación es el elemento fundamental que primero permitió su selección como "presunta" responsable para la fabricación de evidencia y luego para permitir que el sistema de justicia no tomara ninguna medida para garantizarle un juicio justo.

¿Qué organizaciones se sumaron a apoyar la liberación de Jacinta y de qué manera? ¿Eso influyó en su liberación?

Hasta la intervención de los Centros de Derechos Humanos, Fray Jacobo Daciano, primero, y luego del Centro PRODH, con su defensa para presentar la apelación, Jacinta no tenía esperanza de escapar de la pesadilla en la que aún se encuentra envuelta.

A partir de lo ocurrido a Jacinta, ¿qué evaluación haces de la justicia en México, en general, y la que se aplica a los indígenas, en particular?

El caso de Jacinta es emblemático de un sistema de justicia que parece ser un sistema débil e ineficiente. El término justicia contiene en su significado un trato no diferenciado de las personas, lo cual el sistema de administración de justicia en México parece no tener claro. Las poblaciones indígenas, las mujeres, la gente viviendo en condiciones de marginación social, suelen recibir justicia de segunda clase. Lo que le ha ocurrido a Jacinta demuestra el uso indebido del sistema de justicia mexicano para procesar sin las debidas garantías a las personas más vulnerables.

¿Qué reformas legislativas son necesarias para en los procesos penales evitar repeticiones de casos como los de Jacinta?

Es fundamental que deje de funcionar de forma discrecional y parcial con base a los intereses de los operadores del sistema de justicia. Como te comentaba, la obligación del ministerio público de investigar los hechos de forma imparcial se violó desde el inicio para lograr la consignación, pero resultó ser un catálogo de irregularidades que, como señalas, no es exclusivo de este caso, sino común a otros casos documentados por Amnistía Internacional.

Será necesario que reflexionemos sobre las bases que sostienen a la justicia en México como lo son la presunción de inocencia, el debido proceso, la actuación imparcial, el derecho a la defensa adecuada y la igualdad de las partes. Sin estos elementos, la discriminación, como en este caso, seguirán impactando negativamente el sistema de justicia y el derecho a su acceso para todas las personas.

¿Qué pasó con sus acusadores?

Es una pregunta que debemos mantener en mente para el futuro inmediato. Por el momento los esfuerzos siguen concentrados en la liberación de Jacinta, una vez fuera será importante se reflexione y analice en cómo se reparará el daño y cómo se garantizarán medidas de no repetición. A Jacinta y a su familia se les ha robado tres años de su vida mientras se le mantenía en prisión por un crimen que no cometió.

¿En el contacto con Jacinta hallaste casos similares de otros indígenas acusados y encarcelados injustamente?

Actualmente mantenemos trabajo por otro prisionero de conciencia del estado de Guerrero. Raúl Hernández, me'phaa e integrante de la Organización para el Pueblo Indígena Me'phaa (OPIM), quien está encarcelado injustamente en el CERESO de Ayutla de los Libres acusado del asesinato de un informante del ejército. Amnistía Internacional considera se han desestimado los testimonios de personas que aseguran que Raúl no se encontraba en el lugar del incidente. Su liderazgo y trabajo como defensor de derechos humanos a través de la OPIM le están hoy siendo injustamente pagados con una detención basada en cargos criminales fabricados.

Una mujer sonriente

El coordinador de Movilización e Impacto, quien entre otras razones ingresó a AI México “por la indignación que me provoca el sufrimiento de mis semejantes humanos en cualquier parte del mundo ante la constante violación de los derechos, que creo son condiciones necesarias para vivir con dignidad y desarrollarnos plenamente”, invita a todas las personas a enviarle a Jacinta un mensaje directamente al correo jacinta@centroprodh.org.mx Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla .

“Para ella ha sido realmente importante recibir mensajes. Guarda con mucho orgullo los mensajes llegados de todo el mundo. Aunque es una mujer sonriente, las sonrisas más grandes, y las lágrimas más conmovedoras y llenas de esperanza y cariño las vi mientras repasábamos algunos mensajes que ella nos mostraba”.

Tonio Tesseada apunta: “La perspectiva humana, en la defensa de nuestros derechos, toca fondo y hace entero sentido cuando podemos ver en la mirada de Jacinta, de Raúl, tuya o mía, firmes esperanzas aun en el sufrimiento... esperanzas, en última instancia, en la humanidad que compartimos”.

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