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13 nov 2009

El narcotráfico mexicano se infiltra en tierras indígenas


Warm Springs, Oregón, EU (WSJ).- El jefe de policía Carmen Smith sabe tres cosas sobre el supuesto traficante de drogas Artemio Corona: es mexicano, prefiere una pistola Glock de calibre 40 y posiblemente cultiva marihuana en la reserva india que Smith patrulla.

El año pasado, el equipo de Smith identificó a Corona como el presunto cerebro detrás de varias plantaciones de marihuana en la Reserva India de Warm Springs, en el estado de Oregón, Estados Unidos. Estas plantaciones albergaban 12.000 plantas adultas, con un valor comercial estimado de US$10 millones. Cinco sospechosos fueron arrestados y declarados culpables por tráfico de drogas. Pero su supuesto jefe, Corona, quien no ha sido procesado, sigue siendo una "persona de interés" para las autoridades y su paradero es desconocido.

Cultivar marihuana en zonas indígenas se ha convertido en la última moda del comercio ilegal de drogas que se practica desde hace décadas entre México y EE.UU., el mercado de mayor consumo mundial. Durante décadas, bandas mexicanas de narcotraficantes cultivaban marihuana en el país, la contrabandeaban por la frontera y la vendían en EE.UU. Pero en los últimos años, hicieron lo que haría cualquier negocio en auge: se trasladaron más cerca de sus clientes.

Las granjas de marihuana ilegales, la mayoría dirigidas por bandas con lazos con México, crecen con rapidez en todo EE.UU. El Servicio Forestal de EE.UU. descubrió granjas de marihuana en 61 bosques nacionales en 16 estados este año, un aumento frente a 49 bosques en 10 estados el año pasado.

Las zonas en que las bandas mexicanas parecen expandirse con mayor rapidez son las reservas indígenas. En el estado de Washington, la policía tribal incautó más de 233.000 plantas de marihuana en tierras indígenas el año pasado, casi 10 veces más que en 2006. "Estas organizaciones criminales crecen en las tierras indias a una tasa alarmante", señala Smith. "Los [cultivadores] en nuestra reserva fueron enviados directamente desde México".

Frontera más segura

Parte de la tendencia se debe a las consecuencias inesperadas que trajo la mayor seguridad en la frontera con EE.UU. para reducir la marea de inmigración ilegal desde México. Fronteras más seguras hacen que traficar marihuana hacia el Norte sea más difícil, lo cual crea la necesidad de producir el cultivo más cerca del mercado.

La marihuana es un negocio lucrativo para los carteles mexicanos que genera por lo menos US$9.000 millones anuales en ganancias estimadas, según funcionarios de EE.UU. y México. Los narcotraficantes mexicanos dependen más que nunca de los ingresos de la marihuana, afirman las autoridades de EE.UU., ya que gastan más en sus peleas entre sí y con el gobierno mexicano.

Los números son tentadores. Los gastos iniciales para alrededor de una decena de parcelas, con 10.000 plantas cada una, ascienden a menos de US$500.000, estiman funcionarios estadounidenses, incluyendo el costo de contratar a 100 trabajadores para plantar la marihuana y cosecharla. Esas plantas podrían venderse por unos US$120 millones en el mercado. Los márgenes de ganancias son tan impresionantes que por cada cosecha que logra completar con éxito, un cartel puede permitirse perder decenas a manos de las autoridades.

Una frontera más impenetrable entre EE.UU. y México también influye para que los trabajadores rurales ilegales crucen menos de un país al otro. Cuando la situación económica es mala, esos trabajadores enfrentan largos períodos de desempleo, lo que los predispone a aceptar ofertas para ganar dinero rápido con cultivos de marihuana.

Ese parece ser el caso en tierras indígenas. El jefe Smith, que es un miembro de la tribu Whicita del estado de Oklahoma, afirma que el cartel que cultivaba marihuana en su reserva pagaba US$2.000 al mes para quienes regaran y cuidaran sus parcelas.

Las reservas indias están llenas de gente de paso, ya sean personas de otras tribus cuyos miembros se casaron con un local o trabajadores rurales indocumentados de México. "Aquí no es fácil distinguir quién es un miembro de la tribu y quién es hispano", afirma el jefe de policía Keith Hutchenson, de la Tribu Coeur d'Alene del estado de Idaho. Eso hace que para los traficantes de drogas mexicanos sea más fácil pasar desapercibidos.

La policía en el estado de Washington afirma que, hace diez años, la mayoría de la marihuana del estado era cultivada por personas que lo hacían por afición. Pero eso cambió en los últimos años y ahora son cultivos más grandes y al aire libre, más "corporativos", dirigidos por bandas mexicanas sofisticadas.

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