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9 feb 2009

Grabados en el desierto: memorias de la región

Monterrey, NL., (Milenio).- La práctica de realizar grabados en la roca, al parecer no es exclusiva de las tribus de cazadores recolectores.

En las sierras y cañadas de Nuevo León y Coahuila, existen infinidad de motivos donde las personas plasmaron escenas de su vida cotidiana, mensajes políticos, batallas e infinidad de sucesos.

Caminar por los desiertos de ambos estados es una experiencia única pues, al andar, poco a poco se van encontrando vestigios que detallan milimétricamente instantes del tiempo, postales pétreas de la vida diaria de hace muchísimos años.

Los paleontólogos, en la inmensidad de la nada, suelen encontrar piezas como huesos de enormes dinosaurios, sus dientes, vértebras, mandíbulas y sus coprolitos.

Los arqueólogos, en sus arduas búsquedas, encuentran chimeneas, mezcaleros y sus mensajes grabados y pintados en las rocas.

Las tribus dejaron sus testimonios a lo largo de siglos y milenios y aún se conservan, aunque hay que aclarar que la modernidad puede acabar con estas enigmáticas señales. Las ciudades, caminos, carreteras y las comunidades ejidales, poco a poco van invadiendo sitios y áreas arqueológicas, destruyendo todo a su paso, a este proceso lo conocemos como la modernidad, que por cierto no le ha sentado nada bien a historia.

Para Rufino Rodríguez Garza, cronista e historiador, quien a pasado largas jornadas en el desierto, tratando de buscar restos de la memoria perdida de los antiguos habitantes del noreste de México, el ocaso de las tribus de este región se presentó con la llegada de los españoles.

“Para finales del siglo XVI, llegaron a estos territorios los colonizadores, no confundir con los conquistadores. El sur y centro de lo que ahora es México se conquistó, hubo enfrentamientos y ganó la tecnología, el fierro, la pólvora, los caballos y otra visión de las cosas”, sostuvo.

“En el norte, los nativos vieron con curiosidad a los recién llegados, pero al tiempo los fueron matando y esclavizando, comenzando una fuerte oposición a los europeos y a sus aliados tlaxcaltecas que llegaron en 1591. Aquí la lucha fue de guerrillas, atacar y huir, incendiar haciendas y refugiarse en lo más agreste del semidesierto”.

El cronista comentó que al igual que los grupos de cazadores recolectores, los invasores del mundo chichimeca dejaron sus particulares mensajes: la cruz y la espada.

“Los españoles, y luego los tlaxcaltecas evangelizados, marcaron cuanto lugar sagrado (para los indígenas) localizaron. En la gráfica histórica las cruces o mensajes religiosos son los más abundantes, y datan de finales del siglo XVI hasta nuestro días.

“Casi siempre utilizan pintura blanca en sus mensajes y acostumbra pintar la frase ‘Cristo salva’ sobre grabados o pinturas prehispánicas, tal y como se puede ver en el kilómetro 42 de la carretera 57 rumbo a Monclova”.

De la lucha contra el invasor español, los nativos dejaron constancia de sus enfrentamientos, en General Cepeda, al sur de Coahuila.

“Se notan indígenas caídos, que eran más débiles ante las armas de fuego y el uso del caballo. Por su parte, los indios cuando podían secuestraban niños y mujeres, que luego se acostumbraban a la vida tribal, pues no los asesinaban, y aún teniendo oportunidad de escapar, preferían quedarse en la tribu. En los archivos de Coahuila y Nuevo León existen testimonios de secuestrados que regresaron o de mujeres que tuvieron familia con los indígenas.

“Otros motivos socorridos son los ‘recuerdos’. Muchos pastores, vaqueros y talladores de lechuguilla dejaron letreros donde plasmaron su nombre y la fecha”.

Testimonios

Para finales del siglo XVI, llegaron a estos territorios los colonizadores, no confundir con los conquistadores. El sur y centro de lo que ahora es México se conquistó, hubo enfrentamientos y ganó la tecnología, el fierro, la pólvora, los caballos y otra visión de las cosas

Los indios cuando podían secuestraban niños y mujeres, que luego se acostumbraban a la vida tribal, pues no los asesinaban, y aun teniendo oportunidad de escapar, preferían quedarse en la tribu. En los archivos de Coahuila y Nuevo León existen testimonios de secuestrados que regresaron o de mujeres que tuvieron familia con los indígenas

En las sierras y cañadas de Nuevo León y Coahuila, existen infinidad de motivos donde las personas plasmaron escenas de su vida cotidiana, mensajes políticos, batallas e infinidad de sucesos los cuales fueron perpetuados en las rocas.

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