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28 sep 2008

Natalia Toledo, Representante de la cultura indígena a través de la poesía

Xalapa, Ver., (Diario de Xalapa).- La imagen más común que tiene el público sobre los poetas es de entes solitarios, nostálgicos, con tristezas profundas y melancolía diaria, sin embargo, creadores como Natalia Toledo Paz muestran algo distinto.

Originaria de Juchitán, Oaxaca, Natalia sí se considera melancólica y con periodos de soledad, pero éstos no los sufre, sino que los disfruta al máximo, lo que se ha notado durante el primer Encuentro Nacional de Escritores de Mar y Montaña Rubén Bonifaz Nuño, mientras lee sus textos.

Premio Netzahualcóyotl 2004 con la obra Guie Yaasé (Olivo negro), Toledo Paz comentó en entrevista: "Tengo un temperamento, soy de la costa, somos muy abiertos, muy alegres, dicharacheros, nos gusta la vida, nos gusta la música, nos gusta estar donde estamos. Cuando subo a leer trato de ser yo misma. Pero también tengo muchos momentos de melancolía, de soledad, de extrañar todo lo que tenía en Juchitán, pues desde hace 32 años vivo en la ciudad de México. Aunque voy muy seguido a Oaxaca, esa falta de Sol, literalmente, ha marcado otro tono en mi persona, lo que se refleja en mi manera de escribir. Yo me aparto para crear, no hay esa idea de la comunidad que vivía antes en Juchitán, entonces cuando puedo estar con la gente, cuando estoy leyendo mis poemas al público, son momentos de mucha felicidad".

La vida de sus padres, distinta una a la otra, ha provocado que Natalia Toledo viva en distintos estados sociales: "Tiene que ver con momentos de escuchar el ruido propio al momento de escribir o pintar. Mi padre (Francisco Toledo) es pintor y tengo presente el ambiente al encerrarte, el silencio, encontrarte con los lienzos, con la hoja en blanco. Con mi mamá es distinto, tenía un trabajo más colectivo, un taller de hamacas. Todos sus trabajadores eran hombres, sin camisa, sudados, y ella andaba caminando entre ellos, sabía manejar a la gente, pedirles, charlar con ellos, una seducción femenina que puede ordenar y dirigir. Ella estaba sola, mi papá andaba en París, y nosotras en Juchitán, aun así, ella se hacía día a día, ganaba en cada momento y tenía su propio negocio, cosa que hacen muchas mujeres juchitecas".

La autora de Xtaga be'ñe' (Flor de pantano) afirmó que las comunidades indígenas mexicanas siempre se han caracterizado por contar con una rica cultura: "Ha habido grandes artistas, músicos, trovadores, gente con necesidad de expresarse. A los zapotecas les gusta mucho escribir y pintar, no sé si nos lo da la lengua, que es muy metafórica; podemos ver en una tela lo que se está diciendo, usamos muchas metáforas para decir las cosas, entonces estás dibujando con la palabra todo el tiempo, además con música, porque tiene muchos registros.

Culturalmente estamos bien, pero económicamente siempre ha sido un pueblo muy autosuficiente gracias a una economía interna, donde cada quien adquiere lo que consume a partir de lo que produce. Nunca había pegado un supermercado en Juchitán, pues están acostumbrados a comprar cosas frescas, no lo que está en hielo ni lleno de hormonas. Crecimos con la calidad que hoy llaman "orgánica" y que es más cara. La vida está en la vida. Es un lugar muy vital, con mucha energía, mucha enjundia, un gusto increíble por vivir.

Yo necesito de esos momentos, no es necesariamente tranquilidad, pero sí ver el Sol en las paredes, como mi abuela, que leía el tiempo, las nubes, era una gran lectora de la naturaleza, aunque no sabía leer. Vivir todo esto me devuelve una energía.

Además, hay algo muy bonito, dejar de hablar español. Es como por fin encontrar mi ritmo, hablar con mis primas, mi mamá, con todo el barrio de pescadores donde nací. Mi cabeza por fin encuentra la paz necesaria para recuperarme".

Al parecer, las creaciones indígenas son mayormente representadas por las mujeres que por los hombres, percepción que de cierta forma comparte Natalia Toledo. "Creo que algunos de los hombres se vuelven más investigadores, sí escriben pero de otra forma; mientras el lado creativo de las mujeres va por otro más rico, con imaginación, cachondeamos con la palabra, con la naturaleza. Lo que he visto es que en lenguas indígenas hay mejores poetas mujeres que hombres. Briseida Cuevas Cob es una maya que me encanta, es muy abierta, no le tiene miedo a las cosas, y tiene humor, lo cual no es fácil de encontrar. Hay una chava tzotzil genial que se llama María Enriqueta Lunez, todo lo que escribe es poesía y es muy joven. Hay otra chica que me gusta mucho, Angélica Ortiz, huichola, tiene un dejo de tristeza muy suave, pura dulzura. Hay muchos oaxaqueños que me gustan mucho, como Irma Pineda, también de Juchitán, que está preocupada por no únicamente reproducir las anécdotas de su pueblo. También está Juan Gregorio Regino, un excelente poeta mazateco. Ellos son descubiertos escribiendo y siguen haciéndolo".

Movimientos como el zapatista, originado en Chiapas, promueven revalorar la cultura indígena, interés que es latente en Natalia Toledo, quien, aunque nunca lo ha mencionado, fue la primera mujer en publicar poesía en zapoteco: "Yo vengo de un movimiento local muy anterior al zapatista, con una organización llamada Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo, donde teníamos cabida los artistas de Juchitán, comandados por un grupo de jóvenes que estaban estudiando política y tenían un amor por su lengua materna. Juchitán fue el primer municipio de izquierda. Se creó la revista Iguana rajada, con publicaciones en zapoteco y en español de poetas locales. Este fue el primer grupo que empezó a revalorizar la lengua. Los zapatistas también han hecho declaraciones, lo cual es importantísimo.

A pesar de ello debería haber más cosas, más concursos. Sólo existe el Premio Netzahualcóyotl a nivel nacional, y en Oaxaca, donde se encuentra la mayor parte de las lenguas indígenas habladas en el país, no hay nada, no hay incentivo de promoción para que la gente no se desespere y empiece a escribir en español para poder publicar. Siempre lo que haga es insuficiente, pero hay que hacer todo lo posible porque se conozca".

Sobre el Encuentro Nacional de Escritores de Mar y Montaña Rubén Bonifaz Nuño, Natalia comenta: "Creo que la maravilla de la poesía es que lo que le lleva a un narrador decir en media hora, una hora, en contar un fragmento de su historia, el poema te lo dice en tres líneas. En un renglón te traza una vida, un sentido, y eso te cala profundamente. Te pone en un estado de ánimo. Hay público para la poesía, hay gente muy atenta, y en Xalapa se genera un movimiento cultural muy importante desde hace mucho tiempo. Este primer encuentro es muy importante e inteligente. Ojalá y se sostenga, pues no todos los estados lo hacen.

Rubén Bonifaz Nuño es una compañía en el tiempo, como muchos otros poetas de Veracruz, me ha dado una gran esperanza para seguir intentando vivir. Momentos de desesperanza y ese sentimiento de pérdida se alivian al leer textos de Bonifaz Nuño que leí en otro tiempo, es como un oasis en medio de la nada. Tiene un tono triste que me encanta. Hay melancolía con esperanza, y sufrir con la poesía es lo máximo.

Es un ejercicio muy rico escribir poesía, es muy rico traducirte al papel, es una autocura y autoconocimiento".

Una poetisa orgullosa de sus raíces, pero no con ese orgullo característico de la gente que quiere sentirse diferente, ella posee un gozo al recordar y sentir sus raíces, lo cual se nota en cada uno de sus textos y en su mirada al recordar Juchitán, Oaxaca.

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