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14 ago 2008

Continúan vigentes rituales prehispánicos: Antonio Rubial

México, DF., (Notimex/El Financiero).- La supervivencia de las sociedades rurales aún depende de lo que les pueda proporcionar la tierra y la naturaleza, de ahí que preserven los rituales relacionados con las fuerzas cósmicas, a los que la Iglesia llegó a llamar "hechicería", afirmó el historiador Antonio Rubial.

Al participar en el ciclo de conferencias: "El hombre y lo sagrado, religión, magia y hechicería", organizado por la Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS), el investigador de la UNAM recordó que por ello, al menos en cada cambio de temporada, veneran a las fuerzas que les dan alimento.

"Desde la prehistoria, los campesinos rendían culto a las fuerzas naturales, cósmicas, espirituales y los principios celestes, pues ellas les proporcionaban comida y los protegían de los fenómenos meteorológicos, además de que los defendían de las enfermedades", refirió el estudioso.

Este tipo de prácticas "mágicas", dijo, están vinculadas con las sociedades tradicionales, sociedades que tienen lenguas aborígenes y que transmiten sus creencias de generación en generación mediante la oralidad utilizando cuentos, narraciones y leyendas.

Según él, los pueblos indígenas y agrícolas viven una fusión entre el hombre y la naturaleza, por esta razón, el ritual para ellos es muy importante, ya que creen que lo que tienen lo consiguen a través de la magia y los rituales de hechicería.

La gente está convencida de que obtiene salud, amor, buena fortuna, alivio en sus necesidades, y adivinación del futuro, mediante la veneración a las fuerzas cósmicas, abundó.

Como ejemplo de este tipo de rituales está la ceremonia que cada año, el 28 de septiembre, realizan los campesinos del centro de México, en especial los del estado de Morelos, quienes colocan una cruz hecha con una planta silvestre de flores amarillas -el yauhtli- en sus campos de cultivo, hogares, comercios y hasta vehículos para protegerse de los malos aires y demonios.

Dicha práctica tuvo su origen en la petición de la buena lluvia al dios Tláloc, y en la época de la Colonia, al asimilarse la religión católica, Tláloc fue sustituido por San Miguel Arcángel.

Además de estos rituales, destacó el investigador, el fenómeno de la migración ha contribuido también al nacimiento de nuevas prácticas de veneración a otro tipo de fuerzas, como es el caso del culto a la Santa Muerte.

El nacimiento de estos nuevos rituales en las ciudades donde llega la gente que emigra de sus localidades, se debe a las necesidades propias de las sociedades urbanas, consideró.

"Todas esas prácticas tienen que ver con un nivel socioeconómico: a mayor necesidad material, mayores fenómenos de este tipo. Ya que quienes tienen todas sus necesidades cubiertas: salud, educación, dinero, gastos de la vida cotidiana, no tienen que recurrir a la magia o a la religión", sostuvo el profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Estos nuevos rituales, de acuerdo con el investigador, tienen que ver con la nueva visión de la religión que es la de unir elementos de otras creencias para formar "religiones new age", así pues la gente toma elementos del cristianismo, islam u otras ancestrales y las adapta a sus necesidades.

La tendencia actual, insistió, es un sincretismo de elementos de todo tipo que cada persona adapta a sus necesidades económicas y espirituales.

Y es que ante la necesidad de espiritualidad de las personas, los rituales mágicos o de hechicería, seguirán presentes en la vida diaria, no en vano la gente acude con las yerberas a curarse de espanto o a "limpiarse", para conseguir la salud, el amor o hasta trabajo, concluyó.

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