Nacuché, Espita, Yuc., (Diario de Yucatán).- El albergue Benito Juárez representa desde hace más de tres década en esta comisaría una esperanza para familias de escasos recursos con niños y jóvenes en edad escolar que desean continuar sus estudios, señalan responsables de la casa hogar.
Ernestina Caamal Yam, oriunda de la cabecera, menciona que desde hace más de 20 años comenzó a operar este albergue en un kínder de la comisaría y luego se ubicó en el edificio que hoy ocupa, en la salida a Espita. —Tengo más de 20 años como responsable del lugar —afirma—. El servicio que se da es gratuito, se hace la promoción en las comisarías, vienen los niños y jóvenes que carecen de escuelas en los lugares donde viven, y que no tienen dinero para viajar todos los días a sus poblaciones, y entonces se quedan aquí en el albergue.
El lugar cuenta con dos dormitorios con baño, uno para niños y otro para niñas, comedor, cocina y biblioteca. —Tenemos una cocina rústica y una cancha que hizo la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), pero ya queda chica para los jóvenes.
Ernestina Caamal dice que reciben el apoyo de las tiendas Liconsa, que les surte de carne seca, fideos, longaniza y productos básicos cada mes.
Mateo Mukul Yam, actual director, oriundo de Tizimín, comenta que a pesar del apoyo sufren de ciertas carencias, como la falta de un comedor con mayor capacidad, ya que actualmente hay 47 niños y muchos de ellos comen de pie.
La encargada menciona que ante esta demanda les hace falta un nuevo comedor, para que el actual se quede como biblioteca, porque ahí van a hacer sus tareas los niños.
—Cada vez son más los estudiantes que quieren venir, ahora tenemos alumnos de Xuilub, la cabecera y Santa Rita. Vienen por la secundaria local, a la que también asisten alumnos de Kunché, que viajan en bicicleta porque está cerca”.
Algunos jóvenes hospedados estudian en el Cecytey de la cabecera, como Julio César Canul Tuyú, de Santa María.
—En el viaje de Santa María al albergue se les apoya con dinero, pero necesitamos transporte, alguna camioneta. Muchos niños quieren estudiar pero no hay el transporte.
Los inquilinos llegan los días lunes y salen los viernes, todos tienen comisiones para mantener limpio el albergue. Los jóvenes, hombres y mujeres por separado, se organizan por equipos y a partir del martes se asignan las tareas, como limpiar los dormitorios, desyerbar, limpiar los pasillos.
—Los viernes se lavan los pasillos, dejan limpios los baños, todo para cuando se vayan —indica—. En épocas de sequía se hacen sembrados de chile habanero y sandía, todos colaboramos, lo que nos perjudica un poco es que se cambia mucho a los directores.
“Doña Tina”, como cariñosamente le llaman los jóvenes, comenta que le encanta su trabajo con los inquilinos.
—Cuando me voy a Espita me enfermo. Ya me acostumbré a ellos, hay niños traviesos, sobre todo los de primaria. Me pongo la faja en el hombro para asustarlos, nada más. Cuento hasta tres para que entren a dormir, porque empiezan el relajo, pero no son niños groseros.
Actualmente laboran dos maestros y una encargada de cocina, Encarnación Chulim Chi, quien lleva 13 años en el albergue Benito Juárez.
Geovany Israel Batún Ku, de 15 años y de Xuilub, señala que está contento en este lugar.
—Pensé que no iba a seguir estudiando porque donde vivo no hay secundaria, estaba triste, cuando llegué no me sentía muy bien lejos de mi familia y no conocía a nadie, ya me estoy integrando y estoy contento.
Alex Armando Pool Conrado, de 14 años y vecino de Santa María, estudia tercero de secundaria. “Estoy bien, nos tratan bien y nos dan nuestra comida, pero sí tenemos que obedecer y cumplir por equipos las tareas”.
Cabe señalar que una ex inquilina del abergue, Gabriela Isabel Aranda, viajó el domingo 12 a México, por su desempeño académico, en un viaje con la CDI.— Ivonne Osorno Mártínez
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