
 Por Fernando Santiago Santos, corresponsal
Por Fernando Santiago Santos, corresponsal
Santo Dominfo Yanhuitlán, Oax.- Conduciendo  sobre la carretera  panamericana  hacia el oeste , cerca de la zona de “cieneguilla”, a dos kilometro del Parador turístico del  ex - convento de Sto. Domingo Yanhuitlán, y, sin duda,  el asombro y la curiosidad  hizo que detuviera el auto.
Al frente, la majestuosidad de la naturaleza hacia admirar su belleza, tomé la cámara y de inmediato me adentré a caminar por el exuberante paisaje de este rojizo valle. Observaba hacia el lado norte, arriba, el horizonte pintaba de un azul intenso, las nubes radiaban a la vista de aquella obra artística  natural, el trazo pareciera perfecto, como un  escultor tallase sus instrumentos en la montaña hasta descubrir su corazón.
Hacia ya un par de años que había escuchado de este lugar, era de la voz de un escritor mixteco durante una sesión de lectura en la Mixteca. No recuerdo su nombre pero si la historia que su imaginación le obligo a escribir de ella; al mirar la estructura arquitectónica natural provocó que las vivencias que el pasado había  anestesiado frente a las bellezas del recuerdo, resurgieran; para volver a vivir las sensaciones que la magia de la historia de aquel escritor transforma su realidad en  un impresionante y mágico sueño.
Las tierras áridas que ardían y mostraban la fuerza de su color, bañadas, por los   rojizos rayos del sol, en un atardecer incandescente que  hacia cálida la escena; convirtiéndola en el punto preciso del retorno a la evocación del recuerdo.
La prueba de amor que la Doncella del Valle le  había propuesto al joven caballero  para conquistar su amor, obligó a éste: hacer lo imposible por encima de lo posible, a exceder sus límites, la sorprendió no dejando aliento a su expresión al ver lo que había hecho.
- Quizás los anteriores intentos del joven caballero por convencerla fueron en vano, - aunado en su tristeza solo pensó en una última opción –misma que había conmovido  los sentimientos de la bella doncella y desafiado a no más de un oponente.
Una noche se adentro al valle, con su espíritu y pasión de enamorado decidió impacientemente subir a aquella montaña, desde ésta se  divisaba los lugares más recónditos de la región, -queriendo impresionar a su amada cavó con sus manos dos  enormes corazones en lo alto de la montaña, se mantuvo atento durante toda la noche, fatigado cayó frente a la entrada del sereno, había congelado el tiempo,  al sol , las estrellas y demás astros, -el amor es inmenso- decía— el amor que sentía por la belleza inmaculada de su amada, alimento su esperanza inmensa.
Los  primeros rayos del sol iluminaban a la montaña del valle, todos al despertar admiraban la belleza de tal  acción- no había palabra alguna- había congelado al tiempo y desafiado a la naturaleza,  la doncella al contemplarla, sintió  su corazón palpitar, pareciera un poder extraño que la hacía rendirse ante tal  complejidad  - su amor es puro- pensó- la alegría de sus vidas y el amor de  los enamorados fue inmortalizado por los dioses.
Al paso de los años, su recuerdo quedó  congelado en la inmensidad del tiempo,  el hecho de que existiesen  dos corazones labrados en  esta montaña no solo significa  consecuencia de   la naturaleza , si no, mas bien, significa  un tributo de la naturaleza al amor eterno de  dos seres, frente a la mirada acusadora de quienes la observan  y frente   a  la soberbia  de quienes dudan  de la fuerza de voluntad, aún estos  corazones   perseveran  para alimentar la interpretación relativa de quien quiera darle significado: ¿amor?, ¿naturaleza?, ¿historia?, ¿magia?, ¿belleza?, ¿mito? etc.… la interpretación es relativa de quien la piensa, no importa lo que se piense si no lo que se provoca y , sin duda , miles de miradas  los acechan con celo desde el vehículo, ¿ cuánta belleza , magia, misterio no   existe  en  entre  la místicidad  de nuestro alrededor? Cuanta gratitud no  alimenta la espirituosidad del ser al admirar  la belleza  estética de la materia?
Un ser que no ha admirado  la  gratitud del amor, es un ser que  no ha  vivido, no vive y jamás  vivirá, y es que la felicidad que provoca el amor, no se  busca, solo se persigue. – Atardecía, había ya  limpiado el lente y guardado la cámara, di vuelta en dirección al  auto, la sombría sensación de  extrañeza me  perseguía,  como   la abeja al polen, no dejando que  me fuera, era innesasaria  la opinión  e insensata la apariencia , era  sublime la majestuosidad de aquella  obra   y bosqueja como lienzo  en  una imagen fija que  se graba en la mente : dos  corazones labrados  en lo alto de una montaña,  me  hacia recordar  mientras aceleraba y daba marcha atrás… que la inmortalidad del  esta historia queda permanente fija en el tiempo inerte de quien la  imagina y quien la vive.