1. El centro urbano y arquitectónico maya, Chichén Itzá (a 120 kilómetros de Mérida, Yucatán, México, se convirtió hace unos años en una de las llamadas “siete maravillas del mundo”. Desde entonces se ha multiplicado el número de turistas que la visitan, así como la cantidad de dinero que ingresa como turismo en ese sitio, los negocios de los dueños (sí, dueños) de las tierras donde están los monumentos y del gobierno que posee en don de mando.
Los únicos que nada obtienen de las riquezas que produce Chichén Itzá son sus pobladores: los abuelos y bisabuelos que descubrieron las ruinas y participaron en su reconstrucción y los padres e hijos que durante los últimos cien años han vivido en el sitio y en los muchos pueblos de su alrededor. Muchos de éstos son, desde hace varios años, unos mil artesanos que luchan por un lugar para vender sus productos.
2. Mil artesanos que con el producto de su trabajo mantienen a unos seis mil miembros de sus familias y que sin sus ventas estarían casi muertos de hambre como el resto de la población yucateca; misma que al desplomarse la producción henequenera a mediados de los años sesenta y la industria cordelera a fines de la década de los setenta, tuvo que abandonar sus pueblos para llenar la ciudad de Mérida en busca de empleo, para alquilar sus brazos en Cancún o viajar como “bracero” a los EEUU. Por eso la gran lucha de los artesanos indígenas que desde hace ya diez años han intensificado sus batallas por lograr un espacio adecuado donde pudieran vender sus mercancía, producto de su trabajo. Por eso los que hemos podido apoyarlos no los hemos dejado solos.
3. Esos mil artesanos venden a lo largo del pasillo que va del llamado parador turístico que desemboca teniendo a la vista la pirámide maya conocida como El Castillo. Por terquedad de los “dueños (la familia Barbachano) y del gobierno mexicano que la administra, durante décadas los artesanos venden sus productos en el piso y en pequeñas mesas que cargan a diario; por falta de un techo de bobedías, lámina o de lona tiene que estar expuestos al terrible sol, a la lluvia, a las tolvaneras, al calor y al fresco. No poseen sanitarios o servicios, tampoco gavetas y bodegas que les evitaran cargar por kilómetros, diariamente, sus mercancías. Pero lo peor es que tanto los Barbachano como el gobierno buscan expulsarlos de la zona porque son una “competencia” a los negocios de los ricos en la zona.
4. Alan Riding escribió, nueve años antes del levantamiento zapatista del EZLN, “México, orgulloso de su pasado indígena, parece avergonzarse de su presente indígena. Los edificios del gobierno están cubiertos con pinturas murales y esculturas que loan el heroísmo de los aztecas, mientras que los museos albergan exquisitas joyas, cerámica y artefactos encontrados en las ruinas prehispánicas. Pero los indios mismos, los descendientes directos de ese glorioso pasado siguen siendo una raza conquistada, víctimas de la peor pobreza y discriminación que se pueda encontrar en México hoy día. El moderno México, que ha desenterrado sus raíces indígenas y elevado el indigenismo a símbolo de identidad nacional, tiene poco espacio para los indígenas del presente.
5. En 1994 los indígenas de Chiapas, bajo el liderazgo del sub Marcos, se levantaron en armas contra el gobierno neoliberal de Salinas. Fue un levantamiento que causó una revolución ideológica que “recordó” que existían los indios en México y obligó a una gran parte de la población de la alta burguesía y de las clases medias a tomarlos en cuenta, aunque en realidad todo quedó en el discurso. Los sucesivos gobiernos de Salinas y Zedillo (PRI) y de Fox y Calderón (PAN) durante 15 años los han tenido bien controlados en la montaña y la selva Chiapaneca cuidando no rebasar sus territorios. Si bien a partir de 1988 y 1994 los indígenas han tenido mayor movilidad y presencia en las luchas reivindicativas, la burguesía gobernante y empresarial ha controlado sus batallas.
6. Dentro de ese contexto, en la búsqueda de romper ese control, en la República han estado presente varias batallas indígenas y campesinas que luchan por defenderse de las imposiciones e invasiones de terratenientes y gobierno en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Hidalgo, Michoacán y en estos años en Yucatán. Las políticas panistas en el pasado sexenio, encabezadas por el presidente Fox y por el gobernador Patrón Laviada, protegieron un gran saqueo de miles de hectáreas por terratenientes urbanos que, con el proyecto de construir un nuevo aeropuerto al norponiente del estado, a unos 25 kilómetros de Mérida, se adueñaron de grandes extensiones de ex ejidos henequeneros que arrebataron a los campesinos yucatecos. Así surgió la lucha de los ex ejidatarios de Oxcum.
7. Aunque en Yucatán han sido muy raros, muy pocos, los movimientos políticos de protesta, porque el clero, los empresarios y los políticos (“La casta divina”) han mantenido, desde el siglo XIX, a la población secuestrada con una ideología individualista y clerical, parece que en los últimos años has comenzado a surgir un pequeño descontento que esperamos cada día se haga mayor. Las protestas contra la persecución de los jóvenes con vestido negro y cabello largo, luchas contra el aumento de tarifas, las protestas contra Bush, las batallas de los campesinos en defensa de sus tierras y ahora la lucha de los artesanos de Chichén, nos hacen preguntamos: ¿cómo pueden los trabajadores yucatecos, quizá el estado más miserable después de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, resistir el desempleo, la explotación, los miserables ingresos, por tanto tiempo?
8. Los artesanos saben que su lucha es aún más larga. El gobierno nacional panista y el priìsta de Yucatán busca realizar grandes negocios alrededor de Chichén Itzá. No lo han dicho pero se vislumbra que pretenden abrir grandes hoteles y tiendas de departamentos alrededor de Chichén Itzá; pretenden repetir la experiencia de Teotihuacan de convertirlo en algo parecido a Disneylandia en la que los negocios comerciales y bancarios aprovechen el gran turismo para hacer multimillonarios. Esos proyectos de la gran burguesía internacional, contra los que luchó el heroico pueblo de Atenco y siguen batallando en el pueblo de Teotihuacan, traen mucha fuerza. Pero el pueblo mexicano es más importante por eso los pueblos de América se han estado unificando y brindando su solidaridad a estas luchas.
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