Bogotá, Colombia (Notimex).- La escritora mexicana Natalia Toledo aseguró hoy aquí que su más reciente obra, "Cuento del conejo y el coyote" busca mostrar al mundo la belleza de la memoria oral de los pueblos indígenas de su país.
"Es un cuento que proviene de la memoria oral de los pueblos indígenas de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y algunos asentados en Estados Unidos", aseveró Toledo en entrevista con Notimex.
La narradora del pueblo de Juchitán (Oaxaca) está en Colombia invitada por el Centro Cultural "Gabriel García Márquez" del Fondo de Cultura Económica (FCE) para presentar en las ciudades colombianas de Medellín y Bogotá su más reciente cuento.
Para la escritora mexicana, la "memoria oral de los pueblos indígenas es una flor que se cultiva bajo la sombra de un árbol de tamarindo, en el campo, mientras se descansa y se bebe pozol".
El "Cuento del conejo y el coyote" cuenta la historia de un conejo "de corazón que ama la fiesta y le encanta vagar como una hoja de maíz de la mano del viento" y que se encuentra con un coyote que quiere devorárselo, pero el astuto conejo lo burla una y otra vez.
"Este cuento lo conocí a través de pláticas con nuestros abuelos, que eran como nuestras bibliotecas en vivo. Nos reunían alrededor de la casa, en el patio, y a la hora que fuera, para contarnos cuentos y en esta forma se transmitía la memoria oral", explicó.
La hija del artista oaxaqueño Francisco Toledo recordó que los abuelos, papás y mamás le platicaban a sus hijos y nietos historias de su pueblo, de las inundaciones y de los terremotos, es decir, "de todo lo que no estaba en los libros".
Toledo recordó que primero leyó una versión de la historia del conejo y el coyote de Andrés Henestrosa (1906-2008), quien "fonetizó" el idioma zapoteco e hizo su transcripción al español.
Tras leer la versión de Henestrosa, que retomó la mitología zapoteca en "Los Hombres que dispersó la danza", Toledo regresó nuevamente a esta historia por sugerencia de su padre, quien le mostró una serie de ilustraciones de "El conejo y el coyote".
"Mi padre me hace la invitación de reescribir este cuento y hacer una versión para los niños, y ahí está un poco mi humor, mi lenguaje. Utilicé onomatopeyas, que es como reproducir un lenguaje con sonido", explicó.
Agregó que los zapotecas "utilizamos puros sonidos, sin pronunciar una sola palabra, para comunicarnos, como una especie de códigos que sólo nosotros los zapotecas entendemos".
"No es lo mismo que un gordo se caiga a que se caiga un flaco. Todos estos sonidos que reproduce la lengua los metí en el cuento", aseveró la escritora, quien está segura que la tradición oral es "una maravilla" para narrar historias para niños y adultos.
Comentó respecto de las obras para niños y adultos que "todos los cuentos son para todos", con lo cual rompe con la división que hacen algunos académicos sobre historias para niños y adultos.
La también autora del cuento "La muerte pies ligeros" dijo que "cuando contamos estos cuentos de memoria no existe todo este rollo de decir `esto es para adultos o esto es para niños". Esto es para todos, porque vas creciendo con ellos".
"La maravilla de estos cuentos es que cuando te lo cuenta tu papá o las mujeres, te lo cuentan con todo lo que son, con gestos, sonidos, con todo el cuerpo y con sus propias palabras", acotó la narradora.
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