Ciudad de México, DF., (La Crónica de Hoy).- Los territorios indígenas, campesinos y enclavados en las sierras son propicios para desarrollar actividades ilícitas, aseguró Martín Gabriel Barrón Cruz, investigador en las áreas de narcotráfico y seguridad pública del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe) de la PGR.
Por eso, dijo, “la visión de Estados Unidos no es del todo incorrecta, habría que saber cuántos lugares del país están en el olvido gubernamental, hay que dimensionar bien el problema, no se trata de negarlo, pero tampoco de exagerarlo”.
El martes, el director nacional de Inteligencia de EU, Dennis Blair, señaló que, por el narcotráfico, el gobierno mexicano ha perdido el control en algunas partes de su territorio.
“Los indígenas han sido un sector olvidado a lo largo de la historia, sus condiciones son deplorables, si alguien llega con incentivos económicos es fácil filtrarlos; no sólo a ellos, también a los campesinos, quienes en su mayoría no reciben apoyo para cosechas, entonces llegan los delincuentes y les ofrecen una renta por sus tierras y además los contratan para que las vigilen, se arma un pacto para sembrar mariguana… Es una dinámica que se repite en las serranías”, apuntó Barrón.
En días pasados, Xavier Abreu Sierra, titular de la Unidad de Coordinación y Enlace de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos indígenas, informó que en el país hay al menos 60 comunidades indígenas, cuya principal actividad económica es el cultivo y cosecha de estupefacientes.
Como puntos geográficos con alta influencia del narco, el investigador citó los casos de Badiraguato, Sinaloa, donde crecieron y nacieron buena cantidad de los capos famosos. Y los poblados de Topia y Canelas, en la Sierra de Durango, una zona agreste de difícil acceso, que está a un día de la capital del estado, es más fácil llegar por avioneta desde Culiacán, por eso se ha convertido en punto candente.
Refirió, además, las zonas campesinas de Michoacán y el Estado de México.
El experto del inacipe aseguró que los narcos llegan a las comunidades indígenas o aisladas donde mandan autoridades tradicionales o consejos de ancianos, a los que se les pueden presentar acuerdos económicos.
“Ellos aprovecharon vacíos y a la par de hacer crecer sus negocios de droga, construyeron escuelas, caminos, hospitales y eso la gente lo ve como algo filantrópico. Los narcos tienen un respaldo social que las autoridades no han entendido y que se ha derivado del olvido social de los gobiernos”, concluye Barrón.
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