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21 feb 2010

La Escuela de Agricultura Ecológica de Maní, 15 años de lucha



Por Bernardo Caamal Itzá, corresponsal

Maní, Yuc.-
Detrás de Uxmal, por una vereda que nace del estacionamiento de la zona arqueológica y continúa hacia las faldas de la serranía, se llega a San Simón, una comisaría yucateca donde lo más preciado es el agua. Ahí, las mujeres son el eje de trabajo de la nueva etapa de la Escuela de Agricultura Ecológica “U yits ka’an” (Savia del cielo).

“Para tener agua ahí se requieren pozos de más de 100 metros de profundidad”, relata el director de la Escuela, presbítero Atilano Ceballos Loeza.
Son precisamente las mujeres de San Simón (“una comisaría olvidada en todos los aspectos”, lamenta el sacerdote), un ejemplo en la cría del cerdo pelón, de organización social, medicina maya, propagación de plantas, conejos, milpa y meliponicultura.

Aún en condiciones adversas, el plantel mantiene su terquedad de promover y acompañar los procesos de desarrollo rural sustentable, por medio de la revaloración de la cultura tradicional y de la agricultura ecológica. Y eso que, según revela el director de “U yits ka’an”, ahora no sólo campesinos incursionan en el aprendizaje de la agroecología sino que hay personas con licenciaturas o técnicos atraídos por la reputación de ese plantel yucateco.

La Escuela de Agricultura Ecológica nació a iniciativa de un grupo de presbíteros católicos de la Arquidiócesis de Yucatán, quienes al reflexionar sobre la realidad regional rural a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y desde la Pastoral de la Tierra, decidieron, en 1991, centrar sus esfuerzos en la construcción de un plantel para campesinos. El sueño cristalizó en 1995, en el kilómetro tres de la carretera Maní-Dzan.

Atilano Ceballos, a quien feligreses y alumnos llaman con respeto “Padre Tilo”, recuerda que hace 15 años esa escuela surgió como una opción de formación integral para campesinos, con base en la revalorización de los conocimientos locales en el uso y manejo de los recursos naturales, económicos y sociales, sumados a elementos de agroecología y agricultura orgánica, para que los hombres del campo se conviertan en impulsores y protagonistas de cambio y desarrollo en sus comunidades. Al proyecto se sumaron académicos e investigadores independientes y de las universidades Autónoma de Yucatán y Autónoma de Chapingo.

“El objetivo central es promover un modo de vida sustentable entre las familias campesinas y crear conciencia en la importancia de la ecología como una respuesta a los desafíos que la situación actual plantea”, precisa.

Este mes, informó, comienzan los talleres agroecológicos en Valladolid, Peto, San Simón y Hunucmá. A lo largo del año se impartirán cursos agropecuarios, sociales, organizativos y de temas relacionados con la espiritualidad de la tierra.

—Nos interesa que las personas sean gestores de cambios en sus respectivas comunidades y promotores de otro mundo posible y, en consecuencia, de otra forma de agricultura, una más sana, ética y basada en relaciones de justicia –recalcó.

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