Puebla, Pue., (La Jornada de Oriente).- A pesar de casi cinco siglos de discriminación y racismo hacia los pueblos originarios de México, sus lenguas han sobrevivido hasta nuestros días, lo cual es motivo de grata sorpresa para la investigadora visitante de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) Birgitta Leander. La doctora en Antropología e Historia considera que hasta hace algunos años muchos indígenas se sentían avergonzados de su cultura, situación que, considera, se está revirtiendo, ya que cada vez más resurge el interés por estas expresiones a lo largo del país.
No obstante, en el terreno meramente lingüístico, la académica sueca ve con preocupación que aún falta mucho para garantizar la continuidad de algunas de estas lenguas maternas. De acuerdo a los datos con los que cuenta la consultora sobre pueblos indígenas del mundo de la Unesco, si no se implementan estrategias o programas nacionales que incentiven la conservación y el aprendizaje de lenguas originarias, algunas de éstas podrían dejar de hablarse en un periodo de entre 50 y 100 años.
“La globalización y la entrada de los medios electrónicos a las comunidades indígenas significan más erosión para las lenguas maternas. Una de las cosas que más me preocupa es que principalmente la gente vieja es la que habla las lenguas indígenas, no tanto los niños y los jóvenes. Y por cuestiones naturales esta gente morirá muy pronto y las nuevas generaciones perderán su lengua”.
–¿Cree que con las nuevas dinámicas que ha establecido la migración, donde los abuelos se quedan a cargo de los niños, esta tendencia pueda cambiar?
–Si se logra una conciencia de que su cultura es algo valioso y motivo de orgullo, entonces sí sirve que los abuelos se encarguen de la educación de los pequeños.
“Por ejemplo, yo estoy recordando el náhuatl que aprendí hace 40 años con un maestro que lo habla como primera lengua y que da clases en la Universidad Autónoma de Puebla. Él es una persona muy consciente del valor de su cultura, pero esta consciencia le nació tarde. Sus hijos no hablan náhuatl pero sí alemán y ahora estos sienten la necesidad de que sus hijos aprendan náhuatl, por lo que los mandan con el abuelo cada sábado para que lo practiquen”.
La preocupación por proteger este pasado histórico de México debe considerar a todas y cada una de las lenguas del país. Sin embargo, agrega la entrevistada, cuando se trata de pueblos que sólo cuentan con una tradición oral, la urgencia aumenta.
Pero no sólo es necesario promover el orgullo de las distintas comunidades por su cultura y su idioma, sino extender esta actitud a todos los mexicanos. “La gente no indígena que vive en una zona donde se habla una lengua materna también es, forzosamente, partícipe biológico y cultural de esa herencia”. Así como se enseña inglés u otros idiomas en las escuelas, los niños deberían tener la oportunidad de aprender maya o totonaco, considera la que fuera alumna de Miguel León Portilla, una de las máximas autoridades en pensamiento y literatura náhuatl e investigador emérito de la UNAM desde 1988.
“Ya se sabe que el asunto del multilingüismo es algo sumamente importante para el desarrollo de la inteligencia de un niño. Alguien que sabe desde pequeño más de una lengua va a ser un niño más inteligente en otras materias que no tengan que ver con idiomas porque le enseña a hacer un tipo de comunicación entre neuronas que una persona que habla un solo idioma no hace. Por lo tanto, un niño bilingüe que habla el náhuatl y el español, va a ser un niño más inteligente que el que sólo sabe español”.
Y mientras el aprendizaje de lenguas originarias se convierte en una política educativa a nivel federal, la doctora Leander extiende la invitación al curso titulado “México y los pueblos indígenas del mundo. De los códices hasta la época actual” que impartirá próximamente en la UAP y sobre el que este medio dará mayores detalles en esta semana.
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