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29 nov 2009

Mujeres indígenas salen de la pobreza con talleres

Ciudad de México, DF., (El Informador).- La pobreza de mujeres indígenas en las comunidades Nith de la región del valle del Mezquital, Hidalgo, se combate con proyectos agropecuarios, de servicios y a través de cooperativas, gracias a la asesoría de incubadoras enfocadas al sector rural y que operan con recursos que se derivan de las actividades de las propias comunidades.

Se trata de amas de casa que se agrupan en talleres para producir bienes y mercancías que se comercializan en las comunidades cercanas o que se intercambian por algún producto que necesitan para subsistir. Esto, sin descuidar las labores cotidianas como madres de familia.

El objetivo es combatir la pobreza extrema de la región con programas productivos. En estos momentos se realiza la reforestación y la utilización de los recursos naturales para generar empresas socialmente responsables, con estas acciones se busca frenar la migración hacia Estados Unidos que deja a las zonas rurales con una población de mujeres y gente adulta, de acuerdo con Omar Pérez Mendoza, director de la Incubadora del Valle del Mezquital, que opera en la región.

Francisca López Reyes, indígena habitante del municipio de Chicuatla, habla con un castellano que mezcla con su lengua madre hñahñu: “En estos momentos se están apoyando 16 proyectos productivos encabezados principalmente por mujeres; se aprovecha el capital humano y los recursos naturales como materia prima, como es el caso del bordado en manta, artesanías a base de ixtle que abunda en la región, fibra que sale del maguey, en tratamientos de productos naturales de belleza y cosmetología. También hacemos galletas de amaranto y artesanías de madera, típicas de la zona, con conchas de abulón”.

Gracias al empuje de la incubadora de empresa, se brinda incluso asesoría a varios municipios con proyectos ecoturísticos o artesanías en tercera dimensión, y el proyecto más ambicioso hasta ahora es, el envasado de barbacoa al alto vacío.

La nativa de Chicuatla expone que muchos de los productos que se elaboran tuvieron que recurrir al conocimiento de sus antepasados, por lo que en estos momentos se puede hablar de que rescatan las tradiciones que emplearon para el cuidado e higiene personal y la salud.

“Aprovechamos la variedad de vegetales que se producen en este ecosistema desértico, como es la sangre de grado, lechuguilla, sábila, chile y romero para hacer cremas y champú orgánicos, que vendemos en algunas tiendas naturistas, en el jardín botánico de la Universidad Nacional Autónoma de México y en las oficinas del gobierno del estado por el momento”.

Todo el proceso de preparación y envase se realiza de forma artesanal dentro de los hogares. Las materias primas que se emplean son, por tanto, de origen natural, y no se utilizan procesos químicos para su industrialización. Estas características captaron el interés del turismo europeo, quienes llevan la mercancía por cuenta propia a países como Alemania y Holanda.

Las empresas surgidas hace tres años en el valle del Mezquital están inmersas en el proceso de certificación, registro de marca, de imagen y acuden a asesorías que imparte la Secretaría de Economía de la entidad. De este modo, aspiran a recibir el financiamiento que les permita consolidar sus operaciones y ampliar las capacidades de sus cooperativas, refiere López Reyes.

Amaranto, fuente de trabajo

Martina Escárcega elabora galletas de amaranto en la zona más árida del valle del Mezquital, donde pocas oportunidades existen para trabajar y que gracias a las pláticas y cursos de repostería que proporcionó el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) pudo conocer el potencial que ofrece una planta que crece de forma silvestre.

“Ahora contamos con una panadería de la que dependen seis familias; aparte de las galletas, se hacen alegrías, pan tradicional, con lo que damos trabajo a jóvenes que ayudan a repartir el pan”.

Artesanía que cautiva Europa

Desde hace 20 años, Carolina fabrica prendas de vestir bordadas en manta. También elabora artesanías a base de ixtle y que hasta hace poco tiempo sólo se vendían en la comunidad.

DCaro es un taller comunal donde trabajan ocho familias. La visión de las nuevas generaciones permitió concretar una operación mucho más empresarial, con modernos diseños que ya se exportan a Italia vía exposiciones en Milán.

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