FOTOS E INVESTIGACION: ELFEGO GREGORIO JIMENEZ
Tataltepec de Valdés, Juquila, Oax.- La región Chatina está enclavada en el distrito de Juquila, allí se ubica el lugar mágico y milenario, Tataltepec de Valdés, en el corazón del grupo Chatino. La celebración de santos difuntos es única en la zona., desde el 29 de octubre empieza la celebración con el saludo tradicional, en él los mayordomos y el consejo de ancianos se saludan dentro de la iglesia y hay rosario, todos los días hasta el 2 de noviembre.
Las flores de cempasúchil, o itacuán como las conocen en la región, se recogen desde el 30 de octubre, desde ese mismo día adornan la iglesia y los edificios públicos, incluso la casa del presidente municipal, que posee el bastón de mando, es adornada por la gente del pueblo. El presidente municipal debe seguir los usos y costumbres de la región ya que es elemento activo de las celebraciones. Durante la mañana del 31 de octubre se elabora el toro de petate, éste es utilizado para pedir ofrenda para el altar mayor ubicado en la casa del mayordomo mayor (existen 20), el toro irá siempre acompañado por el tejorón que danza con él y es el encargado de pedir la ofrenda.
Antes se acostumbraba acompañar al toro con los vaqueros, danzantes que lo golpean con una espada de madera y le recitan versos al mismo tiempo, en la actualidad se practica muy poco. El mismo 31 en la mañana el consejo de ancianos, conformado por sacristanes, músicos tradicionales y mayordomos, van al panteón viejo para traer en procesión a las animas de los difuntos menores.
El día 1 de noviembre se puede aprovechar para visitar los altares de las casas, será un gran premio si logran observar uno que sea colgante o que utilice arcones de madera delgada como base, ambos son los más tradicionales, pero a punto de desaparecer por cuestiones prácticas, al aparecer la mesa sólo se coloca como base y no se batalla tanto en la elaboración.
El 2 de noviembre a las 4:00 de la mañana se hace el vía crucis acompañada de cohetes y música de tambor y carrizo, después del rosario se van por las ánimas de los muertos mayores al campo santo nuevo y de igual manera se las traen en procesión; luego se da el último rosario y un doble saludo que lleva una formación diferente a las anteriores.
Esa misma noche se efectúa el santo pelón, cruz adornada con flor de itacúan, que es acompañada por jóvenes de la comunidad (corriendo) para visitar cada casa y pedir más ofrenda para el altar mayor, en esta oportunidad también debe entregarse una vela. Dicha colecta dura toda la noche y algunas veces hasta la mañana del día siguiente.
Entre el 2 y 3 de noviembre se visitan los ahijados a los padrinos, oportunidad para estrechar los lazos sociales del grupo, la visita va acompañada de ofrenda para el altar de cada casa visitada. Para finalizar esta celebración el día 4 de noviembre en la mañana se llevan todos los arcos de la iglesia y de los edificios públicos al cementerio nuevo en procesión, única ocasión en que todo el pueblo se une para tal efecto, todo esto con intención de llevar de regreso a las ánimas a su morada. Luego hay un convite en la casa del mayordomo mayor.
Existe una octava, sin embargo, está en franco proceso de aculturización, antes era acompañada de tejoroneros y música de violín, sin embargo, ahora son grupos de jóvenes con grabadoras por las calles. Durante el festejo a los muertos, es raro encontrar factores externos en la celebración, sin embargo, aún está muy fuerte la tradición. Para los indígenas, no importa si los gastos han sido altos y la actividad agotadora, solo importa el gusto y la felicidad de haber cumplido con sus muertos. Y como dicen los chatinos, “Al fin, es sólo una vez al año”.
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