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21 mar 2010

Primavera en la tierra del mayab

Bernardo Caamal Itzá (*)


Mérida, Yuc., (Diario de Yucatán).- La primavera llegó y en las próximas horas Kukulkán —la serpiente emplumada— está próximo a bajar simbólicamente por las escaleras de la gran pirámide de Chichén Itzá. Su arribo conlleva notables significados para quienes tenemos la oportunidad de vivir en el mayab.

A pesar de la existencia de innumerables anécdotas que explican las funciones calendáricas de esta pirámide maya y su relación con la agricultura, hoy, si las condiciones climáticas lo permiten, en este equinoccio la sombra de kukulkán bajará hasta el último peldaño de este centro ceremonial y se zambullirá en las aguas del cenote para darle vida a la tierra.

Con este fenómeno solar seguro que los mayas no deseaban asombrar a las actuales generaciones, sino mostrar, una vez más, el alto conocimiento que tenían de su entorno, lo que les permitió desarrollar las matemáticas, la arquitectura, la botánica y, sobre todo, las diversas formas de perpetuarlas.

Los cuentos y diversos relatos mayas juegan un papel muy importante en la transmisión oral; en esto los abuelos, desde el ángulo en que se encuentren, cumplen ese papel en el seno familiar; por eso, muchos conocimientos antiquísimos aún se guardan celosamente en el seno familiar; muchos investigadores provenientes de diversos países del mundo están muy interesados en conocerlos; pero la información recopilada y sistematizada en muchas ocasiones no vuelve a sus lugares de origen.

Hay evidencias de investigadores a quienes no les importa la forma de obtener información en las comunidades, no piden permiso durante ceremonias como el Ch'a Chac, lo único que les interesa es la foto y/o el testimonio que puedan obtener; otros presumen que conocen tanto a la cultura maya, que desean homologar la forma en que se escribe y se habla la lengua. Se olvidan de que la diversidad cultural es la que enriquece nuestra cultura y la mantiene viva.

Detrás de las monumentales construcciones de Chichén Itzá y de otros lugares sagrados dispersos en toda la geografía peninsular, se encuentran comunidades mayas que aún practican su idioma y la insistencia de sus ancianos: “¡Somos Mayas! Es nuestra obligación de proteger nuestro idioma, porque en ella está nuestra fortaleza y la forma de entender el mundo”, con el fin de que sus hijos continúen su legado, de tal forma que los abuelos mayas continúan su tarea de mantener viva la memoria histórica, relatando a las nuevas generaciones cómo los enseñaron a vivir y convivir con los elementos que tiene el monte y remarcan la importancia de cuidarlos porque en él obtienen sus alimentos, medicina y cobijo.

“Cada vez que tengamos la necesidad de cultivar el maíz, pedimos permiso a los dioses, hacemos la ofrenda del sakaj durante 7 ocasiones, de tal forma que iniciamos desde el momento de la elección del terreno, tumba, quema, siembra, para que crezcan el maíz, la cosecha y el Jóoche' (ofrenda que se les da a los dioses por los primeros frutos de sus cultivos)”.

En torno a esta ceremonia, desde hace muchos años las familias mayas se reunían para compartir y transmitir sus saberes, la ciencia del buen sembrador maya, como la fecha propicia para la siembra, el tipo de maíz, la posición de la luna, entre otros aspectos que considera la tecnología tradicional.

Recientemente la Asociación Regional de Silvicultores U Kanaantaal Sihnal (Al cuidado de la naturaleza), realizó esta ceremonia y un foro donde los participantes reafirmaron la importancia de cuidar los montes, pues en él habitan las deidades que hacen posible la vida humana y la de otras especies.

Dijeron que la falta de lluvias y la contaminación provocada por la adopción de tecnologías distintas a las necesidades de la región han contribuido a que año tras año baje la producción y por ese motivo hace más de 20 años que el íinaj o troje —lugar donde se deposita o almacena la semilla— no se realiza en las milpas debido a la pérdida de las cosechas.

Por su parte los ancianos mayas han denunciado insistentemente en los diversos foros y aclaran que el sistema educativo no están reafirmando sus conceptos para detonar su desarrollo local, sino que cada vez los aleja más de su forma de ver el mundo.

Por tanto, hoy quienes tengan la oportunidad de estar en Chichén Itzá, reflexionen lo que significa este gran acontecimiento para el pueblo maya, sobre todo en los momentos cuando hace acto de presencia Kukulkán y acompañado por Yuum K'íin (el Sol), porque nos recuerdan los principios de la creación y remarcan que a todos los elementos que están en nuestro entorno les debemos la vida.— Mérida, Yucatán.

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