Ciudad de México, DF., (ANSA).- La crisis económica y la ola de violencia agudizaron la situación de miseria de unos 12 millones de indígenas mexicanos de 57 etnias, que no ha mejorado a 8 años de la aprobación de una ley que reconoció sus derechos y los dotó de algunas formas de autonomía.
"La condición de los indígenas se agrava por la situación económica, aunque la crisis no los puede golpear más, porque ya no tiene bienes qué quitarles ni salarios de los cuales despojarlos", señaló a ANSA el escritor y ensayista Carlos Monsiváis.
El autor de "Días de guardar" citó el caso de Oaxaca, sur del país, el más pobre y con mayor población indígena, donde ha habido "un descenso considerable" de remesas provenientes de Estados Unidos y "no hay capacidad de enfrentar la miseria continua ni la situación educativa ínfima".
Por su parte, Luis Arriaga, director del Centro de Derechos Humanos Agustín Pro, declaró a ANSA estar "muy preocupado" ante la falta de "un avance real en materia de acceso a la justicia para los pueblos indígenas" "Los pueblos indígenas son víctimas de abusos, allanamientos, acoso militar", expuso Arriaga al indicar que "la ofensiva anticrimen" que lleva adelante el presidente Felipe Calderón desde su asunción en diciembre de 2006, "ha empeorado la situación de acoso contra indígenas". La Ley sobre Derechos y Cultura Indígena aprobada en abril de 2001, al cabo de una marcha de dirigentes de la guerrilla zapatista y de grupos afines a la ciudad de México, recogió muchas de las demandas de los indígenas pero fue rechazada por la izquierda y por grupos aborígenes.
El Consejo Nacional Indígena (CNI) denunció en su momento "la mutilación de puntos esenciales de la iniciativa original" como "el derecho a la autonomía territorial" y la omisión del "reconocimiento de los pueblos como sujetos de derecho público".
La Premio Nobel de la Paz 1992, la guatemalteca Rigoberta Menchú, calificó en su momento la propuesta de "débil y limitada" en comparación con las legislaciones de otros países como Nicaragua, Colombia y Venezuela, porque no garantiza el derecho a la propiedad de la tierra a los indígenas.
La ley prohíbe la discriminación de los indígenas mexicanos, reconoce constitucionalmente sus derechos y culturas, obliga al gobierno a otorgarles recursos y promover políticas de desarrollo, y concede amplia autonomía a las 57 etnias mexicanas para que apliquen sus usos y costumbres, pero subordinándolos a la Constitución.
La legislación derivó de un proyecto redactado en 1996 por una comisión parlamentaria junto con dirigentes de la guerrilla zapatista alzada en armas el 1 de enero de 1994, conocido como "los acuerdos de San Andrés Larráinzar". El Senado se rehusó a reconocer a las comunidades indígenas como entidades de "derecho público" y cambió el concepto por el de comunidades de "interés público", para evitar dar paso a reclamos independentistas o problemas de jurisdicción y conflictos por la propiedad de las tierras. Genaro Bautista, director de la Agencia Internacional de Prensa India (AIPIN), manifestó a ANSA que "las demandas de los pueblos indígenas mexicanos de autonomía, libre determinación, derechos humanos, derecho al desarrollo, al territorio, al reconocimiento de sus sistemas normativos, se mantienen vigentes".
Bautista expuso que con el arribo en el año 2000 de la derecha al gobierno con el Partido Acción Nacional (PAN), "las demandas sociales y sobre todo el tema indígena se trivializaron" para pasar "de las políticas asistencialistas a la filantropía".
A su juicio, el gobierno actual de Felipe Calderón se caracteriza por la "criminalización de la exclusión, la pobreza y la crítica social", dijo.
Para Monsiváis, no todo el panorama es negro, pues a su juicio "ha continuado un proceso de concientización, que no afecta todavía a la mayoría de las comunidades" y "hay ya jóvenes indígenas que están escribiendo en su idioma, yendo a las universidades", y completando "un buen número de doctorados en universidades de México y Estados Unidos".
"Son de los datos positivos, pero en general se vive uno de los momentos más críticos porque el apoyo del Estado no llega y el de los mismos indígenas escasea", señala.
"Mi idea es que lo poco que se ha avanzado, que es muy importante, y en momentos muy emocionante, está en riesgo por el inmenso deterioro económico y social", añadió el escritor.
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