Ciudad de México, DF., (CIMAC).- Los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán, entidades con población indígena, ocupan los últimos lugares en infraestructura, mobiliario y equipo básico en las escuelas primarias, lo que evidencia una fuerte discriminación hacia los pueblos indígenas y afrodescendientes, la misma que empieza desde el entorno social.
El desdén, dice un comunicado de la organización Visión Mundial México, se observa en la infraestructura a escuelas primarias indígenas y rurales, pues la inmensa mayoría carece de piso de cemento, electricidad, drenaje o fosa séptica.
A esto se añade que el profesorado trabaja con grupos demasiado grandes, o de menor tamaño pero en condición de multigrado, lo que influye en el deterioro de educación y su escasa posibilidad de incorporarse en un ambiente distinto.
Visión Mundial de México es parte de la Confraternidad Internacional de World Vision, organización fundada en 1950 y que actualmente tiene presencia en más de 100 países en tres líneas básicas: Desarrollo transformador; Promoción de la Justicia y; Prevención, emergencia y rehabilitación para responder ante desastres y conflictos en las regiones que así lo requieran, independientemente de la religión, raza, grupo étnico o género.
En suma, dice Visión Mundial, el sistema educativo mexicano reproduce la iniquidad, la exclusión y el autoritarismo del sistema político y cultural vigente, sobre todo en las regiones más pobres, donde habitan los pueblos indígenas.
Esto ocurre, a pesar de que en el país fue aprobada el 14 de agosto de 2001 una reforma constitucional que reconoce el derecho a la no-discriminación, que dice: “Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.”
La infancia indígena y afrodescendiente según los indicadores de bienestar y desarrollo humano, viven en una situación de abandono y violación de sus derechos, señala el Informe de organizaciones civiles “La Infancia Cuenta 2008”.
De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, México ocupa el décimo lugar en cuanto al número de personas no alfabetizadas en las naciones de América Latina y el undécimo en cuanto a mujeres que no saben leer ni escribir. Junto con Brasil representa el núcleo duro del rezago escolar en la región. El número de rezagados en México se encuentra entre 33 y 36 millones de jóvenes y adultos.
EL SISTEMA EDUCATIVO REPRODUCE LA EXCLUSIÓN
El rezago afecta a las y los hijos de jornaleros agrícolas, niñez en situación de calle y personas con algún tipo de discapacidad, y es aún más acentuado en la población indígena y particularmente en las mujeres indígenas que pertenecen a los estados con menos desarrollo económico: Chiapas, Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Hidalgo y Puebla, señala Visión México.
Habitantes de pueblos y comunidades indígenas representan el grueso de las personas que no acceden al sistema educativo, y entre ellos existe mayor rezago escolar y precariedad, además de la ineficiencia terminal que se encuentra por arriba de la media nacional. Esta situación es resultado de políticas educativas que por décadas sólo han abonado a la discriminación y al olvido, y representa hoy el gran reto de la deuda social.
Ser indígena es no acceder a la escuela o tenerla de mala calidad, además de padecer en su interior – al menos en muchos casos– la discriminación de profesorado y alumnado, así como no recibir una educación que se vincule con los elementos culturales de su comunidad.
3 comentarios:
Interesante artículo. Felicidades por la publicación
La pobreza no es la causa directa, ni las presiones sobre el niño para obtener un ingreso es la discriminacion institucional, es el producto de factores extra e intraescolares que se dan en la interrelación entre la escuela y sus usuarioas. Los padres de familia, presionados por ingresos bajos e irregulares, disponen de poco tiempo para dedicarlo a sus hijos en las necesidades individuales, ven como la escuela, también disminuida por falta de recursos y tiempo, abandona a sus hijos o trata de pasar parte de su desproporcionada carga de trabajo y responsabilidad de los padres. La decepción surge de ambos lados.
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