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24 abr 2009

Aprehenden a “niño bien” como graffitero

Por Fredy López Arévalo, especial

San Cristóbal de Las Casas, Chis.-
Hay un dicho bíblico que los integrantes del Cabildo coleto deberían conocer, incluyendo, obvio está, al presidente Mariano Alberto Díaz Ochoa, pero sobre todo, el síndico Leobardo de Jesús Cancino Bermúdez: “El que este libre de pecado, que tire la primera piedra…”

Aquí lo denunciamos con anterioridad, y los volvemos a reiterar: no es mediante la represión como se debe enfrentar el fenómeno del graffiti, menos con cárcel, y multas elevadísimas que están fuera de lo que marca la Constitución General de la República.

El acuerdo antigraffiti aprobado por el cabildo coleto además de ilegal es una arma de doble filo.

Contrario a lo que se podría pensar no son los jóvenes de las barriadas pobres quienes pintarrajean paredes.

Son los jóvenes bien, los hijos de papi, los estudiantes de escuelas privadas, como la Ofelia Narváez Rincón y el Colegio La Salle.

El primero en ser sorprendido pintarrajeando paredes fue el hijo del líder del PRI municipal, Edgar Rosales Acuña, y ahora el joven Luis Mariano Morales Bermúdez, familiar de tres miembros del Ayuntamiento.

Es sobrino del síndico Leobardo de Jesús Cancino Bermúdez, del regidor Ernesto Bermúdez Navarro y de Bermúdez Crocker, y sobrino del director de Turismo Municipal, Gilberto Morales Bermúdez.

El joven sorprendido pintarrajeando paredes es pues hijo de Luis Mariano Morales Bermúdez.

Es importante destacar los lazos de parentesco político del joven aprehendido, para ver si así el Ayuntamiento comprende que el fenómeno del grafitti no es exclusivo de una clase social, sino una expresión juvenil de rebeldía, que se manifiesta en todo el mundo.

Tocó a la clase política, pagar su falso puritanismo.

Ahora se les síndica de evadir el reglamento municipal que ellos aprobaron, y sobre todo, de usar el influyentísmo para evadir el pago de la multa correspondiente, que se fijó en 20 mil pesos.

Se deben abrir espacios específicos para que los jóvenes concurran a ellos y no causen daños a propiedad ajena o a los monumentos históricos de la ciudad.

Eso es al menos lo pertinente para esta hermosa ciudad que es de todos los que aquí habitamos, estudiamos, trabajamos, votamos y pagamos impuestos.

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