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2 feb 2009

El salterio en Santiago Apoala Nochistlán



Por René López, corresponsal

Heroica Ciudad de Tlaxiaco, Oaxaca.-
En Santiago Apoala, Nochixtlán, Oaxaca, a sus 87 años de edad, don Tiburcio Hernández, y como lo ha hecho desde 1940, sigue tocando el salterio, instrumento musical de cuerdas que al ser pulsadas con un plectro interpreta canciones del género popular, algunos valses, polcas, mazurca y marchas regionales.

Con el instrumento en las rodillas y al lado de su acompañante, Don Manuel Jiménez, persona que a más de 25 años lo acompaña con la guitarra, interpreta canciones del genero popular como Adelita, las mañanitas, la valentina, canción Mixteca, entre otras.

Al término de cada canción platica con nosotros y nos habla con voz quedita que él aprendió a tocar el instrumento de una manera lirica, primero viendo a algunas personas que en su comunidad lo ejecutaban, después aprendió un poco de un maestro que se dedicaba a enseñar este instrumento en la comunidad, quien al morir le heredó el instrumento.

Cuando el maestro murió este instrumento era la pura caja y ya no tenía las cuerdas, por lo que entre sus nietos e hijos compraron las 70 cuerdas que le faltaban y de ahí fue aprendiendo a ejecutar algunas canciones propias de la comunidad con ayuda de algunas personas que ya tenía conocimiento de cómo se tocaba.

Don Tiburcio Hernández, nos ejecutó dos canciones más, la surianita y la milpa de género ranchero, después nos platicó que ha sido llamado a presentar el repertorio del salterio en tres ocasiones a la ciudad de Oaxaca, por más de siete ocasiones a la ciudad de Tlaxiaco a los aniversarios de la radiodifusora cultural indigenista.

Sus recorridos también han sido muy gratos en cada uno de los eventos que se desarrollan en su pueblo natal, Santiago Apoala, donde ha tocado en bodas, bautizos y en las propias fiestas de la comunidad, llevando esta música casi a todos los rincones de la Mixteca y del distrito de Nochixtlán.

Comenta la gente ya ha ido olvidando que la música del salterio, ya que en su comunidad habían varios jóvenes y personas mayores que formaban círculos de estudios para aprender a tocar el salterio, pero a la muerte de uno de los maestros se pierde toda la motivación, y solo él y algunos otros músicos siguieron tocando, el con el salterio y los demás en el acompañamiento de sus guitarras.

Esta música del salterio aun la gente la sigue solicitando en las bodas y bautizos y alguna otra actividad del pueblo, pero ya es poco.

Hoy solo agradece que el instrumento musical lo haya aprendido a tocar a manos de su papa y de gente que ya lo tocaba en el pueblo.

También nos da a conocer que en repetidas ocasiones les ha querido enseñar a sus hijos y ahora a sus nietos pero ellos se oponen a aprender a tocar el salterio.
Este salterio que a decir de Don Tiburcio le costó 40 pesos en 1943, fecha en que lo arreglo en su totalidad ha ido perdiendo su repertorio y piezas tradicionales como valses, poleas y chotises antiguos, así como con piezas populares de compositores contemporáneos.

El Salterio en México

En un apunte el investigador Fernando Híjar da a conocer que el salterio fue muy popular durante todo el Siglo XIX y gran parte del XX. Todavía en los años 70 de la centuria pasada, era frecuente encontrarse músicos callejeros con sus salterios sobre las rodillas tocando en esquinas, cafés y cantinas.

"Buena parte de la música mexicana de origen europeo (vals, polca, mazurca, marcha, pasodoble y chotis) tenía como voz principal al salterio. Durante el Porfiriato, su sonido dominó en los quioscos de las plazas de pueblos y ciudades y en las fiestas patronales".

El salterio es un instrumento cordófono milenario. Sus remotos ascendientes se ubican en Caldea, Babilonia, Egipto, Persia y otras culturas del Oriente Medio. Es hijo de la cítara. En el siglo XI se le llamó "tzantrini" en Grecia, con el significante "pulsar cuerdas".

De la patria de Homero saltó al resto de Europa, incluida España, y desde sus puertos navegó a México en el siglo XVI, de la mano de los conquistadores. El salterio es una tabla romboidal de madera con cuerdas, las cuales pueden ser desde 10 hasta 36.

Híjar: "Esas cuerdas se distribuyen en forma individual o por grupos de dos, tres y hasta cuatro. Hay salterios pequeños, medianos y grandes hasta de un metro de largo. Las cuerdas son preferentemente de metal y se puntean con los dedos, uñas, plumas de ave y dedales".

En Europa se tocan con martinetes, baquetas o macillas y se disponen sobre mesas, como marimbas. En México, sobre las piernas. Hay salterios con voces de tenores, sopranos y requintos, y su sonido es discernible de otros instrumentos cordófonos como la guitarra, el violín o la mandolina, cuyo sonido es el que más se parece al suyo.

La mayoría de los músicos mexicanos del siglo XIX y de bien entrado el XX compusieron obras para salterio, entre ellos Juventino Rosas, Abundio Martínez, Manuel M. Ponce, José Herrera, Alfonso Esparza Oteo, Salvador Morlett, Cucho Monge y Roberto Montedónico.

Entre otros, también figuran Enrique Mora (autor del vals "Alejandra"), Miguel Lerdo de Tejada, Lorenzo Barcelata e Higinio Ruvalcaba. Algunas piezas de Agustín Lara fueron adaptadas para su interpretación con salterio, como "Silverio Pérez" y "Farolito".

Quedan pocos constructores de salterios en México. Miguel Pacheco, la familia del maestro Eulalio Armas, los lauderos de Altzayanca, Tlaxcala, y Victoria Garduño, de la Casa de la Música Mexicana, están empeñados en mantener viva su voz en este mundo.

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