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30 jun 2009

Las parteras indígenas, entre el abandono y la discriminación

Ciudad de México, DF., (CIMAC).- Ella nació con una leve capa de la bolsa amniótica en la espalda. Estaba predestinada a ser una partera. De adolescente tuvo una “muerte ritual” dentro del temazcal y llegó al inframundo donde se encontró con las mujeres blancas, las parteras ancestrales, que le enseñaron gran parte de las prácticas necesarias para lo que sería de ahora en adelante su oficio, la partería.

La vida de las parteras indígenas no es fácil; se van rezagando a medida que su trabajo es desvalorizado y discriminado, pese a que resulta indispensable para la conservación de la cultura ancestral de México, señaló a Cimacnoticias la maestra Lourdes Báez, coordinadora del equipo Hidalgo del Proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México en el Nuevo Milenio, dentro de la conferencia de divulgación científica “¿Cómo nacen los niños?, Parteras y Curanderas”, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Aunque en la mayor parte del país ya existe un intercambio de conocimientos entre medicina tradicional y convencional, muchas veces discriminan a las parteras por su origen étnico y por cuestión de género, lamentó Báez.

En muchas comunidades, las parteras indígenas son la única opción disponible para atención durante el embarazo y parto. Su trabajo no termina con el nacimiento de la niña o el niño; con frecuencia se prolonga para la lactancia materna y el tratamiento del puerperio; y de requerirse, también atiende abortos.

TRABAJO CONTRA LA MUERTE MATERNA

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala la importancia del rescate de la medicina tradicional, además de enfatizar en la alternativa de la formación de la partería profesional como una solución a la muerte materna, recordaron Ilia Nájera, investigadora del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, y Carlos Heiras Rodríguez, miembro del equipo de la Huasteca del mismo proyecto etnográfico.

En México más del 50 por ciento de las muertes maternas en zonas rurales es producto de emergencias obstétricas o infecciones leves, debido a la dispersión de las comunidades y la lejanía o ausencia de las clínicas de atención para las mujeres.

En este aspecto, las parteras y los médicos convencionales podrían hacer una alianza para la reducción de las muertes maternas, puesto que aún existen comunidades indígenas abandonadas por el sector salud. El apoyo a parteras, en cuanto a capacitación de esterilización y primeros auxilios, debe ser tomado en cuenta para la reducción de muertes maternas, señaló el maestro Heiras.

En un caso de la Huasteca, recordó, un grupo de salud llevó nuevas herramientas porque se pensó que era “más civilizado” cortar el cordón umbilical con navajas, ya que las parteras de aquélla comunidad indígena solían usar sólo carrizos para cortar, y no utilizaban herramientas metálicas “frías” en seres “calientes”.

Sin embargo, los médicos no les informaron debidamente que los utensilios otorgados debían ser esterilizados. El resultado fue un incremento de infecciones graves y muertes de las mujeres de la zona.

Por ello, enfatizó, es de suma importancia que los servicios médicos convencionales lleven los conocimientos necesarios para tener higiene e información adecuada en comunidades remotas, pero es más importante darle seguimiento a ese proceso, informarles debidamente, además de ofrecerles herramientas de calidad.

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