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9 mar 2009
Excluyen de pueblos indígenas a mujeres viudas o abandonadas, denuncian en Tlapa
Tlapa de Comonfort, Gro., (La Jornada Guerrero).- En 1992, la migración que emprendieron mujeres na savi de la cabecera de Cochoapa el Grande y algunas comunidades no fue hacia el norte de México ni a Estados Unidos, sino al municipio vecino de Alpoyeca, cuando quedaron viudas y con hijos.
Por su condición de madres solteras, desde que los maridos murieron como jornaleros o migrantes, o porque simplemente no volvieron, los hombres del pueblo las excluyeron del padrón de comuneros y en poco tiempo no les otorgaron terrenos para sembrar, el único patrimonio que pudieron heredar de los difuntos.
Guadalupe Lorenzo Martínez es una de las na savi de Cochoapa a la que los campesinos desplazaron del “derecho a un pedazo de tierra”. Hoy tiene 38 años, pero hace 17, cuando tenía 21, salió con dos hijos del pueblo y se refugió con otras compañeras, igual que ellas, viudas y con hijos, en Alpoyeca, donde fundaron el Barrio de San Diego, una colonia que se pobló de mujeres solas.
“Mujeres de San Lucas, San Miguel Amoltepec, de Copanatoyac y Cochoapa salimos por la necesidad de que no teníamos de dónde vivir, no teníamos tierras, poco a poco nos quedamos sin terrenos para cosecha, nos fueron haciendo a un lado”, dice la indígena en entrevista.
De Cochoapa, Lorenzo viajó primero hacia Tlapa. Como era monolingüe, es decir, sólo hablaba lengua tun savi, tuvo que aprender español, trabajó como empleada doméstica en casas de ricos, terminó la primaria en el sistema abierto, después la secundaria y luego la preparatoria.
En representación de las na savi del Barrio de San Diego, Lorenzo expuso su caso durante el foro sobre el derecho de las mujeres al territorio, efectuado en Tlapa con motivo del 30 aniversario de la radiodifusora bilingüe La Voz de La Montaña.
Tajante, la indígena afirmó que en los pueblos de La Montaña, las mujeres son víctimas de múltiples violaciones a sus derechos por el hecho de ser mujeres. “Es cierto, hay abusos, todavía no se logra igualdad, se necesita empujar fuertemente para que se respeten los derechos, hace falta la igualdad, por ejemplo, en Cochoapa todavía hay hombres que venden a sus hijas, eso no puede ser, ¿cómo es posible que se venda a la misma sangre?” cuestionó Lorenzo.
En Alpoyeca, las na savi fundaron San Diego y ahí les otorgaron terrenos. Tiempo después Lorenzo promovió y fundó una organización de mujeres que se dedica a vender prendas tradicionales y otras artesanías que elaboran ellas mismas con sus manos. La organización se llama Iita Kimi, que en español significa Flor de la Estrella.
Los usos y costumbres
Durante el foro, que se trasmitió en vivo por la señal de La Voz de La Montaña, las participantes coincidieron que las mujeres indígenas son desplazadas por los hombres no sólo del derecho a la tierra, sino también del derecho a la salud, educación y al trabajo.
Sinforosa Bruno Santillán, regidora me’phaa del municipio de Iliatenco, afirmó tajante, “son los usos y costumbres los que están afectando mucho a la mujer, desde el seno de la familia, donde la discriminación nace. Sigue sucediendo que la mujer, por ser mujer, no tiene derecho a recibir herencia de los padres. La ley dice una cosa y a lo mejor en las regiones mestizas se cumple, pero en las zonas indígenas eso no es verdad, para la mujer sólo hay obligaciones, pero no derechos”.
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