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27 sep 2010

Pugna por la libertad de presos loxichas

Oaxaca, Oax., (Ciudadanía Express).- Hace 14 años, en las miserables comunidades de la Región de los Loxicha, el gobierno federal encabezado por Ernesto Zedillo y estatal a cargo de Diódoro Carrasco Altamirano, llevaban a cabo la más terrible represión que las comunidades zapotecas de aquella paupérrima región hubieran conocido.

Con el argumento de que el Cabido Municipal, elegido bajo el sistema de usos y costumbres, había participado en el ataque del Ejército Popular Revolucionario a las instalaciones policiacas y militares de la Crucecita Huatulco y con el antecedente de haber encabezado una multitudinaria marcha para exigir el alto a la represión y la libertad de habitantes de comunidades de ese Municipio: bajo irregulares procedimientos judiciales y bajo el esquema de fabricación de expedientes, se detenía a los integrantes del Cabildo.

De todos aquellos detenidos, aun permanecen en prisión quienes habían sido elegidos por el pueblo para servir como presidente y sindico municipales: los profesores Agustín Luna Valencia y Fortino Enríquez Hernández que, junto con Justino Hernández José, Eleuterio Hernández García, Mario Ambrosio Martínez, Zacarías Pascual García López, Abraham García Ramírez, Álvaro Sebastián Ramírez, y Fernando Santiago Enríquez, constituyen los presos políticos y de conciencia más viejos del estado mexicano en el estado de Oaxaca a quienes se les han seguido diversos procesos judiciales en el ámbito local y federal, siendo en este ultimo donde han sido sentenciados a aberrantes sentencias que van de 25 a 31 años de prisión, por delitos que no cometieron.

La satanización de los indígenas loxicha, por todos los medios por parte del Estado, como presuntos miembros del Ejército Popular Revolucionario, provoco que el miedo y la indiferencia permitiera la implementación de métodos de exterminio aplicados a los grupos armados revolucionarios en el principio de la guerra sucia en los años setenta y en los procesos contrainsurgentes de las peores dictaduras latinoamericanas.

Finalmente, la guerrilla no era el enemigo a vencer, sino cualquier asomo de resistencia y dignidad de los pueblos originarios en busca de la autonomía que les permitiera seguir sobreviviendo con sus usos y costumbres, pero sobre todo, disfrutando de los privilegiados recursos naturales de que sus comunidades están dotadas.

Catorce años después, las mujeres y los hombres en las comunidades indígenas siguen muriendo en la extrema pobreza, marginación y por enfermedades prevenibles y curables; mientras los recursos públicos son saqueados por caciques y políticos que bajo un esquema contrainsurgente mantienen asolada a la región.

El paramilitarismo ha sentado sus reales, realizando la ejecución de más de un centenar de indígenas Loxicha, hombres y mujeres. 

El gobierno estatal y federal sigue persiguiendo a los indígenas, dando como resultado, el encarcelamiento por delitos del fuero común de más indígenas loxicha, que se suman a la larga lista de los que hemos estado en prisión procesados bajo expedientes prefabricados.
Todos los presos tienen familia, hijos, esposas o madres que esperan su retorno, por eso es necesario que se conozcan sus nombres y la situación legal de los presos del fuero común: Fernando Santiago Enríquez, Felipe Ruiz Cruz, Nereo Alonso Valencia, Jonas Alonso Santiago, Tomas López Almaraz, Bernardo Hernández Santiago, Jesús Ángel Cruz Santiago, Epigmenio López Almaraz, Pablo López Ruiz

Conocer por lo menos los nombres de  todos presos del fuero común y federal, nos permitirá tener una idea de las implicaciones de la política cruel del Estado que los ha condenado, aun antes de detenerlos, a sufrir un infierno antes de enfrentar los largos procesos judiciales.
En el Caso Loxicha, conocimos la desaparición forzada de personas y la tortura física y psicológica con el fin de fabricar confesiones auto inculpatorias o que señalaramos a otros indígenas como guerrilleros, de tal modo que la desaparición forzada de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez hace hoy, cuarenta meses; no significa un hecho aislado en el combate a la guerrilla, sino una mínima parte de lo que es la guerra de baja intensidad destinada a frenar todo intento de cambiar las políticas de exterminio en aras de la acumulación del capital, bajo la consideración de que toda ideología contraria a sus intereses debe ser aplastada, aplastando a los hombres y mujeres en los que pueda permear, por eso se ha instaurado en nuestro estado y nuestro país, la aberrante practica de desaparición forzada, como han sido también el caso de las indígenas triquis Daniela y Virginia Ortiz Ramírez y el indígena Chatino Lauro Juárez.

Los voceros del Estado cuando hablan del combate a la pobreza, piensan en el exterminio de los pobres, pero nunca en atacar las causas generadoras de conflictos y desigualdad social.

Por eso es tan necesaria la unidad en estos tiempos de guerras y alternancias, para exigir, para gritar.

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