Ciudad de México, DF., (La Jornada).- De cara a las conmemoraciones por el bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución es necesario integrar cabalmente a los indígenas en los procesos democráticos, de producción y culturales de México aceptando la diversidad, otredad e identidad de cada comunidad desde una perspectiva multicultural, aseguraron académicos y especialistas en el tema.
En la clausura del congreso internacional Los indígenas en la Independencia y la Revolución mexicana, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Miguel León Portilla y Alicia Mayer, integrantes del Instituto de Investigaciones Históricas, subrayaron que se debe incorporar a los pueblos originarios en el concepto de nación con respeto a su cultura, lenguas, derechos sociales y políticos, tradiciones, formas de organización y diversidad.
En la clausura del congreso participaron el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma y el ex relator especial para los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas de la ONU, Rodolfo Stavenhagen. Este acto también se dedicó al escritor y ensayista Carlos Montemayor, quien no asistió debido a sus conocidos problemas de salud.
Una de las principales conclusiones del foro fue que ante las conmemoraciones por ambos procesos armados se debe reconocer la presencia de las comunidades indígenas en el pasado y presente del país como historia y realidad.
Al dictar la primera conferencia magistral del día, Matos Moctezuma propuso una conclusión más: solicitar al gobierno mexicano que pida a la Unesco declarar las lenguas indígenas como patrimonio de la humanidad.
Se refirió a la importancia que tuvieron los símbolos para la evangelización de los pueblos originarios tras la conquista, como la Virgen de Guadalupe, con una fuerza tal que se convirtió en la "guía" del ejército insurgente.
Sin embargo, pese a que los españoles intentaron destruir todos las representaciones prehispánicas, una resistió ese embate y a lo largo de la historia se colocó por encima de los emblemas religiosos, incluso se mantiene a la fecha: el símbolo de la fundación de Tenochtitlán, el águila posada sobre un nopal.
Ésta –explicó– ha sido usada por todos los gobiernos del México independiente e inclusive por los dos regímenes imperiales que ha tenido nuestro país.
Stavenhagen señaló que, hasta hoy, en el país los indígenas carecen de una plena ciudadanía como mexicanos. "No me refiero a la formal y jurídica que compartimos todos, sino a un concepto más amplio de ciudadanía: la social, cultural y políticamente efectiva vinculada a los grandes procesos históricos y culturales que han normado el desarrollo de nuestro país en estos 200 años."
Hizo un recuento de cómo durante el México independiente los habitantes de las culturas originarias han sido excluidos del modelo de nación y de que los intentos por incorporarlos se han emprendido desde el mestizaje.
León Portilla aseveró que en México no se excluyó a los pueblos indios, sino que para su desgracia "quedaron incluidos porque con el cuento de que todos somos iguales, que viene desde la Constitución de Cádiz hasta la del 1917, se niega la personalidad indígena. Así se acabó con la república indígena, se quitaron los juzgados indígenas. Se deseaba que fueran como los mestizos, era la manera de tomarlos en cuenta".
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