Ciudad de México, DF., (CIMAC).- “Las mujeres indígenas y rurales ejercemos un feminismo radical y de izquierda”, cuando luchamos por no vivir más desigualdades no sólo de género, sino de clase y etnia, cuando decidimos no vivir más violencia y cuando vemos nuestra realidad impuesta por el gobierno que busca controlar nuestras vidas a través de programas que no resuelven nuestros problemas sino los agravan, coincidieron en señalar mujeres de Guatemala, El Salvador, Bolivia y México.
Durante la conferencia titulada: ¿Por qué un feminismo indígena y rural?, que se llevó a cabo en el marco del XI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, que se lleva a cabo en la Ciudad de México, con la participación de mil 600 mujeres de la región, las ponentes coincidieron en que las indígenas y rurales tienen claro que están luchando contra el sistema capitalista neoliberal, el mismo que violenta sus intereses como seres humanos.
Flor de Jesús Pérez Ramírez, joven indígena integrante del Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas, afirmó que el problema de las indígenas y rurales, radica en la opresión, exclusión subordinación y violencia, esquema que se reproduce en todos los ámbitos de la vida, por ello, agregó, las mujeres indígenas creemos firmemente desde la bases, donde en carne propia hemos vivido la pobreza y además violencia, de donde deben partir los cambios.
“Somos nosotras las que debemos unir nuestras fuerzas, crear colectivos de mujeres, para destruir y hacer un cambio en este sistema que oprime y lastima nuestro corazón. Estar organizadas, no podemos quedarnos calladas ante las injusticias y atrocidades que hieren nuestras vidas y la de nuestras hijas e hijos”, puntualizó
Pérez Ramírez añadió que a las mujeres nos toca una ardua labor de lucha, tenemos que incidir desde todos los ámbitos donde se ha implementado la ideología del capitalismo patriarcal, desde nuestros propios espacios, la relación con nuestra pareja, familia y comunidad. “Este es un elemento diferenciador de los otros feminismos la lucha de las mujeres indígenas, en estrategias de cambio que involucren en el ámbito colectivo, no sólo de los cambios individuales que por sí solos no resultan en nada”.
MÁS QUE VIOLENCIA FÍSICA
Las mujeres indígenas y rurales reunidas en una de las más concurridas sesiones de las realizadas en el exconvento de Regina Coelli, coincidieron en que existen términos académicos usados por las feministas citadinas, que a ellas se les dificulta entender, sin embargo los han analizado y se han dado cuenta de que existen otros tipos de violencia contra las mujeres, además de la física.
Cuando nos gritan, nos impiden participar en los espacios de decisión en las comunidades y la violencia estructural que ejerce el gobierno a través de “programas de desarrollo”, que lleva a sus comunidades agravando los problemas.
Citaron como ejemplo los programas mexicanos Oportunidades y el de apoyo a las personas de la tercera edad en Chiapas, los cuales fomentan el alcoholismo entre los hombres, y la violencia contra las mujeres, porque al ser ellas las beneficiarias directas, son violentadas por sus parejas quienes les quitan el poco dinero que les llega.
De igual manera, denunciaron que las mujeres indígenas y rurales han sido violentadas históricamente de su derecho a la tierra, en los ejidos y comunidades por usos y costumbres, así como por la migración, ya que las pocas mujeres que poseen tierras son despojadas por las mismas autoridades al verlas solas.
DENUNCIAN EXCLUSIÓN DEL FEMINISMO
En representación de Casimira Rodríguez, ex Ministra de Justicia de Bolivia, Daysi Peñalosa, señaló que su presencia en el XI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe responde al interés de la lucha de las mujeres indígenas en busca de igualdad y respeto, son ellas quienes han vivido una serie de problemas para reivindicar sus derechos como mujeres y ciudadanas.
“Consideramos que es necesaria la mirada indígena dentro del feminismo, nosotras hemos vivido discriminación, social y étnica, nos califican como inferiores por nuestro origen rural o indígena, hemos vivido un sinnúmero de abusos y violencias de los derechos humanos”.
Denunció que en el caso de las indígenas trabajadoras del hogar de Bolivia, las mujeres son discriminadas hasta por el movimiento feminista, pues en su esfuerzo para tener una mejor situación laboral y social ellas no contaron con el apoyo de dicho movimiento, de igual manera, las mujeres de clase media se conciben como merecedoras de derechos e igualdad de género, sin embargo cuando se refieren las trabajadoras del hogar estos criterios se olvidan.
Pese a ello, las indígenas trabajadoras del hogar consiguieron, precisó Daysi Peñalosa, el impulso de una Ley que las protege, a pesar de que algunas senadoras y diputadas que se dicen feministas bloquearon la aprobación de la misma, incluso una de ellas argumentó que con dicha Ley se le privaba a las mujeres de clase media de tener una trabajadora del hogar.
De igual manera, agregó que con la lucha, que no ha sido corta ni sencilla, también consiguieron que se instaurara el 30 de marzo como Día de las Trabajadoras del Hogar.
Precisó que el esfuerzo de estas mujeres por defender sus derechos es doble ya que trabajan de lunes a sábado y sólo descansan los domingos, día que utilizan para trabajar en su organización y capacitarse para continuar en la lucha.
Por su parte, Clara Silvestre Camposeco de Guatemala, precisó que las indígenas han estado trabajando en crear sus propias definiciones del feminismo, ya que ellas no han participado en los procesos para conocer todas las terminologías que se utiliza, sin embargo estamos seguras que toda nuestra lucha por la defensa de nuestros derechos se encuentra vinculada con el feminismo.
Consideró que “el feminismo no es más que nuestra incorporación en los diferentes espacios que redundan en beneficio de nostras mismas. La lucha de las guatemaltecas inició desde los 70, con nuestra participación en movimientos reivindicativos jugando papeles protagónicos, logrando que en algunos departamentos que las mujeres sean las salvaguardas del maíz, logrando derecho a la salud, y defendiéndonos a nosotras y nuestras hijas de la violencia”.
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