Mérida, Yuc., (EFE).- Los antiguos mayas tenían duendes en su panteón fantástico y aún hoy se les pide permiso con ofrendas para explorar las ruinas de esta civilización, señaló hoy el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México.
A los duendes o 'aluxes', residentes de las zonas arqueológicas de la península de Yucatán, cuna de los mayas, todavía se les realizan ceremonias por parte de arqueólogos y trabajadores para solicitar su aprobación.
Los investigadores han encontrado en algunos sitios arqueológicos antiguas ofrendas realizadas a estos pequeños seres, figuras de 5 a 20 centímetros de altura, hechas de barro, cera, piedra, madera, tela u hoja de maíz.
El antiguo ritual incluía además nueve gotas de sangre del dedo meñique del campesino que lo realizaba para convertirse en el amo del 'aluxe'.
Algunas de estas ofrendas fueron presentadas hoy en la X Reunión Nacional del Proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México, que tiene lugar esta semana en Taxco (sur del país) con el tema 'Chamanismo y Nagualismo'.
El nagual, figura prehispánica, era según la tradición un brujo capaz de transformarse en animal.
Algunas de las ofrendas contemporáneas presentadas hoy, tres muñecos de cera en el interior de frascos, fueron encontrados entre las ruinas de Xcambó, en la costa del sureño estado de Yucatán, que podrían aludir a este culto.
'Es posible que sean aluxes, aunque cabe mencionar que dos de esas figuras estaban juntas y bien podría tratarse de un 'amarre' de tipo amoroso', afirmó la antropóloga Ella Quintal coordinadora del proyecto etnográfico del INAH en la zona.
'Lo cierto es que los aluxes son considerados habitantes de las zonas arqueológicas del área', añadió.
Las ofrendas fueron localizadas en 1996, año en que se emprendió el proyecto arqueológico de Xcambó, lugar de peregrinación por su capilla dedicada a la Virgen del mismo nombre.
Los 'aluxes' eran creados para proteger fincas, quintas, montes, milpas y sembradíos, a través de la petición de un campesino a un brujo o 'Jmeen'.
'En el proceso de elaboración se le ponen los ojos, las uñas y los dientes (de fríjoles), así como un vestido de hoja de maíz, aunque también puede ir desnudo', indicó Quintal.
'Después, el Jmeen quema hierbas, prende algunas velas y presenta la figurilla al sol y al dios de la lluvia. Se le agrega sangre y se le vierte un soplido en su espalda, el cual emula el viento, luego el hechicero menciona el nombre del amo', apuntó.
El aluxe asustará con silbidos y pedradas a los ladrones, atacará y castigará a quienes cometen actos 'indebidos' en el terreno agrícola y enviará enfermedades a los rateros y también al campesino que se olvida de presentarles ofrendas, de acuerdo a la leyenda.
Cuando la relación entre campesino y el aluxe debe acabar, es prudente recurrir al Jmeen para que él explique al ser las causas de su 'despido' y así evitar un daño mayor.
'Con menor frecuencia, se le considera aliado del diablo, por ello, el campesino debe decidir la conveniencia de tener un aluxe, si bien éste le dará siete años de buenas cosechas, al término del periodo corre el riesgo de que el 'duende' mismo se lo lleve', relató la antropóloga del INAH.
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